La
lectura de este
artículo sobre custodia compartida tiene el interés de constituir una
opinión rigurosa y documentada sobre la misma, pero en algunas de sus
conclusiones va más allá del propio tema principal, al poner de manifiesto como, en su tratamiento, se repite una constante consistente en que, a
pesar de la endeblez de las pruebas en que se basan, el neofeminismo vienen
consiguiendo que se tomen como dogmas científicos estudios carentes en su
metodología y en su extensión de todo aquello que hace fiables los trabajos de
campo en las ciencias sociales.
Así ha
sucedido en este tema de la custodia compartida, pero eso ha sido lo ocurrido en los de violencia de pareja, terreno en el
que justamente los estudios que sí reúnen esas características de fiabilidad y
falta de sesgo son los que tanto nuestra
clase política como la clase jurídica
parecen desconocer. No digamos ya los de discriminación salarial, algo
jamás demostrado y que en los últimos tiempos ya se formula como en sordina (al
menos entre las personas más informadas) hablando de brecha salarial de género,
pero concluyendo que no es posible establecer que las diferencias de sueldo y
salario de hombres y mujeres respondan a discriminación.
El
hecho es que el legislador en los últimos años ha incorporado a nuestro ordenamiento jurídico una multitud de normas
de todo rango cuya característica más destacada es estar basadas en estudios
sociales carentes de las más elementales exigencias cientificas comenzando por la ausencia de sesgo de género, pero cuyo contenido ideológico es del
gusto del feminismo institucional y ciertas orientaciones políticas,
lo que no solo ha supuesto un vuelco social y cultural en la dirección
equivocada, sino que también ha conducido a una
situación en la que dado el elevado coste social y político de las mismas nadie quiere reconocer su paternidad y, en consecuencia, su cuota de responsabilidad.
Dos
artículos que, sin tener relación estricta con lo de más arriba, ayudan a
enmarcar en qué terreno de juego se están moviendo las cosas de la igualdad en
nuestro país los encontraréis aquí
y aquí.
P.S. Como quizá tampoco esté mal hacer relectura de éste.
P.S. Como quizá tampoco esté mal hacer relectura de éste.
Como complemento a esta entrada, incluyo un artículo reciente de Arcadi Espada, que menciona hechos que los estudios con sesgo de género tienden, interesadamente, a obviar:
ResponderEliminarhttp://www.arcadiespada.es/2012/08/29/me-pega-lo-normal/
"El feminismo ha querido convertir la conducta sometida de algunas mujeres en un asunto político, haciéndolas víctimas del macho".
"Las mismas crónicas que escarbando sobre los hechos con las pinzas del deontólogo eluden incluir referencias a la responsabilidad del alcohol (¡no fuera a ser un atenuante!) en los crímenes de pareja vulgares, se empapuzan de ambigüedad sobre la relación entre la violencia y el amor cuando la víctima no es una cincuentona ama de casa de Albacete, que lo perdonó, sino una top pop".
Yo diría que esa actitud de ausencia total de crítica hacia las propias mujeres que protagonizan o propician determinadas situaciones: prostitución, venta de la imagen como objeto, conocidos casos de denuncia falsa o de exigencias desmesuradas en caso de separación, son consecuencia directa de una ideología de género según la cual las mujeres no pueden ser vistas más que como víctimas directas o indirectas de una situación que el patriarcado propicia y de la que el único responsable sería en última instancia el varón.
ResponderEliminarDe ahí que las normas dictadas por este neofeminismo lo sean como derecho de autor y en consecuencia tanto el sexo del verdugo como el de la víctima estén establecidos de antemano. Esto es lo que nuestro sistema jurídico no quiere reconocer y lo que con tanta saña como éxito defiende el feminismo de género y buena parte del arco parlamentario, aunque estos últimos lo hagan a hurtadillas y sin publicidad.
Pero, en un sistema así la norma pierde su carácter de justa y condena de antemano al varón mientras libera de responsabilidad a la mujer en lo referido a la violencia de pareja pero en la no disimulada intención de extenderlo progresivamente a todos aquellos litigios en los que quienes se enfrenten sean hombre y mujer. Se deja de juzgar hechos y personas para juzgar a los sexos según una sentencia escrita de antemano.
Alberto
CUSTODIA COMPARTIDA YA¡¡¡¡
ResponderEliminarAntes había justicia patriarcal. ¿Esto cómo se llama?
ResponderEliminarhttp://padresdivorciados.blogspot.com.es/2012/09/cadiz-pierde-el-juicio-por-la-custodia.html
Lo difícil que puede ser para el hombre algunas cosas que deberían ser más sencillas:
ResponderEliminarhttp://sociedad.elpais.com/sociedad/2012/09/16/actualidad/1347811536_169001.html
Alberto