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02 febrero, 2014

Un país enmudecido

Si fuese un corresponsal extranjero y tuviera que escribir una crónica sobre algo que me causase un impacto especial porque chocase profundamente con la imagen que de este país se tiene y se propaga, escribiría una a la que pondría por título: Un país enmudecido, porque en contraste con casi todo lo que ocurre en la política, la justicia, las cosas del corazón… observo zonas de un profundo silencio.

En contraste con ese país ruidoso y peleón de sus derechos, un país en el que nadie se libra de la crítica y la puesta en cuestión,  se me hace difícilmente comprensible que alguien escribiese, en uno de sus más importante periódicos: Reconozcámoslo: los varones son el mayor arma de destrucción masiva que ha visto la historia de la humanidad, y hay unos 3.500 millones de ellos por ahí sueltos. Sin que nadie, ni tan siquiera el mundo intelectual y  académico,  se haya atrevido a poner de relieve un hallazgo de esa magnitud, un hallazgo que ningún antropólogo antes había hecho jamás, sin que nadie hubiese mostrado el más leve matiz de discrepancia ante una descalificación tan global y sin paliativos de un colectivo humano.

Pero también que, en un asunto bien diferente, una persona acusada de un crimen y sobre la que pesan  importantes indicios de acusación vaya a sentarse no en el banquillo de los acusados, sino en la zona reservada a la parte togada, y desde la opinión pública y el inmenso número de tribunas que se alzan para comentar cada día la crónica negra y de género: televisión matutina y vespertina, programas de radio, periódicos y prensa rosa, ni uno solo se haya atrevido siquiera a insinuar lo poco estético que pueda resultar verla en el juicio alternar  la posición de acusada con la de letrada que interroga a los testigos, y por una vez todos los tertulianos y tertulianas al unísono hayan decidido guardar un respetuoso silencio ante una decisión de la justicia.

Así lo escribiría para mostrar que, a veces, las apariencias pueden ser muy engañosas.  Y por supuesto me mordería la lengua para no preguntarle al autor de la frase de los 3.500 millones qué tiene pensado él para evitar que tantos verdugos anden sueltos.



2 comentarios:

  1. El decir eso que citas es una aberración más de cierto colectivo que solo piensa en sí mismo. ¿En que "prestigiosa" publicación salió? Porque es algo muy grave.

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  2. Se trata de una frase entresacada de un artículo publicado recientemente en El País. En esta entrada http://quiensebeneficiadetuhombria.wordpress.com/2014/01/30/misandria-en-el-diario-el-pais/
    del blog: Quien se beneficia de tu hombría, además de todas las referencias puedes leer un análisis detallado del citado texto y comentarios que lo enriquecen.

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