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05 abril, 2014

Por qué neofeminismo (II)



Un poder tan relevante como el puesto de manifiesto en la entrada anterior debiera, al menos en las sociedades occidentales y en particular las europeas, ser reconocido, pero el neofeminismo pretende la ficción de que las mujeres siguen siendo un grupo social sin apenas resortes y a merced del patriarcado, como pondrían de manifiesto cosas como el techo de cristal o las fotos de las cumbres internacionales en las que la presencia femenina es minoritaria. Todo ello en un intento de confundir el significado de lo que hayamos de entender por poder y que evidentemente está en esas cumbres pero está en muchísimos otros lugares en los que el equilibrio no siempre se rompe en beneficio del varón.

Y en segundo lugar, ser administrado con enorme prudencia y sensatez cosas que, y ahora ya me gustaría referirme a nuestro país, hasta el presente no parece ser la tónica dominante. Baste citar como muestra de esto último que a pesar de ese lamento feminista de que el varón controla todos los resortes de poder, una conquista de civilización como la que supone el “habeas corpus” y una garantía jurídica como la presunción de inocencia, básicas en cualquier estado de derecho que se precie, han sido puestas en cuarentena por una ley como la de violencia de género, justamente para aquellos que según ellas concentrarían todos los poderes: los varones heterosexuales.

Por lo demás la peripecia de tramitación de esta ley no pudo ser más estrambótica, pero también la mejor prueba del poder del neofeminismo, ya que no solo fue capaz de vencer todas las resistencias iniciales a la misma y que comprendían pronunciamientos tan diversos como el Consejo de Estado, quien recordó que la realidad sociológica que le daba fundamento recordaba más a una sociedad africana que a la española del momento, la RAE a quien no gustaba su denominación, los penalistas contrarios al diferente trato dispensado según el sexo, las feministas históricas para quienes era una ley que insistía en la mujer como un ser especialmente necesitado de protección y por tanto contraria a todo lo que el feminismo se había propuesto superar…

Sin olvidar lo sucedido con la reforma de la ley de divorcio y la custodia compartida. Donde ese poder se manifestó y se siguen manifestando en toda su crudeza y en contraposición con cualquier idea de igualdad que se precie y desde luego en franca contradicción con todo lo pregonado por el feminismo en toda su historia anterior. Ahora dos sentencias del Tribunal Constitucional: aquí y aquí restituyen una legalidad y unos derechos negados a los varones durante demasiados años ante la pasividad de las fuerzas políticas obligadas a velar por los de todos los ciudadanos. La primera restituyendo el habeas corpus en la aplicación de la LIVG y la segunda devolviendo al juez una competencia que siempre debió ser suya y que el feminismo institucional en una maniobra poco limpia había conseguido desviar hacia el fiscal en la reforma de la ley del divorcio.

Otro ámbito en el que ese poder neofeminista se manifiesta en toda su potencia tiene que ver con la imposición tanto en el plano político, como jurídico y de los medios de comunicación de la idea de la unilateralidad de la violencia del hombre a la mujer y del niño-chico hacia la niña-chica en ámbitos tan diversos como: la violencia de pareja, el acoso laboral, el mobbing o el acoso escolar, y todo ello en base a unas encuestas en las que, o bien solo se pregunta a ellas, o bien se pasa un cuestionario diferente a ellos y ellas, cuestionario en los que de antemano se establece que el perpetrador de violencia ha de ser él y la víctima solo puede ser ella, o en el colmo del cinismo y la hipocresía ocultando que los resultados para ellos no difieren de los de ellas.

Lo que no solo convierte a la sociología en ciencia de la manipulación sino que olvida que en cualquier caso la percepción subjetiva no es el mejor medidor de lo que realmente pasa, máxime si tenemos en cuenta esta advertencia de Carmen Leal para quien: “las mujeres poseen una mayor esperanza de vida que los hombres, ponen en marcha mayor número de conductas preventivas, padecen en menor medida enfermedades relacionadas con el consumo de alcohol, tabaco y otras sustancias adictivas, experimentan menor grado de accidentabilidad y, a pesar de todo ello, la sensación subjetiva percibida por parte de ellas sobre su bienestar, calidad de vida y estado de salud es significativamente peor que la que manifiestan los hombres.”

En fin, vivimos unos tiempos en que las mismas que dicen querer superar el orden patriarcal y rechazan lo de: los niños no lloran, establecen un estado de cosas según el cual los escolares varones no sufren violencia, los maridos y los novios siempre tienen la culpa y ni el mobbing, ni el acoso sexual y laboral al varón serían posibles, y en el que la violencia en las parejas heterosexuales sería de una naturaleza que no tendría nada que ver con esa misma violencia en las parejas homosexuales. Una sociedad en la que no solo es posible, sino que se pretende lo más coherente, denunciar al padre ausente y al mismo tiempo oponerse encarnizadamente a la custodia compartida de los hijos, una sociedad en la que las mujeres verían colmados sus objetivos históricos de empleo y derechos pero en la que la igualdad, siempre según su criterio, seguiría situada en un incierto futuro a la espera de “cambiar al hombre”.



4 comentarios:

  1. Gracias, Emilio. No se puede decir más claro que como aquí lo expusiste.
    No voy a decir que una vez garantizada la igualdad de derechos el feminismo ya no tiene un papel que jugar, pero desde luego debería ir a menos, no a más como ocurre en España y Europa. Siento que para mantenerse relevantes (y seguir recibiendo subvenciones) cada vez están yendo a peores extremos.

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  2. De lo que en la entrada se habla Carlos es del habeas corpus y la presunción de inocencia. Dos de los derechos más básicos de la modernidad y el estado de derecho. Dos derechos que cuando se le arrebatan a cualquier colectivo cunde la voz de alarma en los partidos políticos y las oenegés, pero que al parecer carece de relevancia si a quien se lo arrebata es al colectivo masculino, en aplicación de una ley como de violencia de género. ¿Da qué pensar, no?

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    1. Uno de mis comentaristas (Jose) me envió este enlace donde una abogada se queja de que a las mujeres que denuncian malos tratos se les exijan pruebas (de hecho la frase aparece destacada en un recuadro). Está perfectamente en línea con su doctrina de pensamiento. Espero que con las sentencias del Tribunal Constitucional se frene tanto atropello.

      http://www.pikaramagazine.com/2014/03/estamos-tomando-conciencia-de-que-la-respuesta-institucional-contra-la-violencia-machista-es-insuficiente-de-que-tenemos-que-hacer-algo/

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  3. Anónimo5:43 p. m.

    Paul Krugman en el artículo "Empleos, aptitudes y zombis" [El Pais 6/04/2014] dice que las ideas zombis son "una idea que debería morir a manos de la evidencia, pero que se niega a hacerlo". escte concepto es perfectamente aplicable al feminismo o al menos a la mayoría de sus postulados.

    http://economia.elpais.com/economia/2014/04/04/actualidad/1396640116_086198.html

    Arturo

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