La expresión hablar con propiedad
significa tanto saber de lo que se está hablando, como utilizar los términos
precisos de modo que quede claro el mensaje, porque el lenguaje que se usa es
el compartido socialmente. Se procura la claridad en la interlocución. Las
palabras pertenecen a todos y lo que lo caracteriza es el respeto a su
significado que está a disposición de cualquiera.
De un tiempo a esta parte y en ese estado
líquido en el que las ciencias sociales y la política están inmersos, lo que
con más frecuencia se estila son los términos con propietario: casta y gente o género
y machismo forman parte de ellos. Términos de significado impreciso y difuso a
disposición de quienes se consideran sus legítimos propietarios para usar a su
gusto, y cuya significación se modula en función de lo que interese en cada
momento. Y si, a veces, parecen minúsculos en otras ocasiones lo abarcan todo.
En la entrevista de Ana Pastor a Pablo
Iglesias, durante buena parte de la conversación parecía insinuarse que
formaría parte de la casta quien ganase más de 3.000 euros al mes, lo que no
dejó de causar cierta extrañeza en la periodista, pero es que cuando buscando
una mayor precisión, y luego de hacer referencia a unas declaraciones en las
que Ana Botín expresaba que en relación con algunas cuestiones coincidía en el
diagnóstico de Podemos, le preguntó si esta señora estaría dentro de esa
categoría, Pablo Iglesias bordeo la pregunta sin una respuesta concluyente.
Con el término género sucede otro tanto
de lo mismo. Gestado al calor de los debates sobre el empoderamiento de las
mujeres, su significación se asoció a un nuevo orden de cosas: las llamadas
perspectiva y agenda de género, indisolublemente unidas a la conquista de la
hegemonía social y política de los grupos feministas lo que a su vez se
identificaba con los intereses de todas las mujeres. Y así nacieron: violencia
de género, brecha salarial de género,
justicia de género, etc.
Ahora hay quien pretende que se trata de
un término neutro, otra forma de decir sexo, hasta el punto de que algunos
cuestionarios de la administración lo usan con esa significación, aunque
evidentemente tal forma de proceder no pueda identificarse con el hablar con
propiedad y, más bien, lo que indique sea todo lo contrario, propiedad
particular de las palabras para usarlas de forma torticera y ocultando su
verdadera intención. No se busca la
claridad en la interlocución, más bien todo lo contrario. Y se hace así porque
evidentemente se busca ocultar algo.
Pero os preguntareis el porqué del título
y no es otro que una expresión que me surgió al comentar esta
entrada de R. de Querol en la que denomina
machismo a la división sexual del trabajo, y viene a ser la mejor prueba
de lo que estoy diciendo. El uso y abuso de los términos hasta imposibilitar su
reconocimiento. Si la inteligencia procede por diferenciación, aquí es todo lo
contrario, una palabra sirve para tildar la actitud de un maquinista de tren, al
tiempo que la división sexual del trabajo –lo que la haría extensible a todos
los animales sexuados- y al tiempo que una forma de ver la justicia, la violencia, la igualdad, en
suma, el mundo.
Si la ciencia avanza porque penetra en el
interior de las cosas y las relaciones, descubriendo su naturaleza, sus
mecanismos de funcionamiento y si acaso formulando hipótesis y en su caso
leyes, en este asunto como señalo en uno de los comentarios, se procede
justamente al contrario, se parte del prejuicio ideológico y se trata de
acomodar todo a él, sin importar matiz, ni diferencia, ni nivel. La forma de
proceder es indistinguible de cualquier pensamiento religioso en el que Dios lo
explicaría todo aunque, si nadie se hubiese salido de lo pregonado por esa
forma de pensar, la humanidad se hubiera
quedado en su infancia ya que ni la Tierra giraría alrededor del Sol, ni habría
existido el Big Bang, mucho menos la evolución.
Si la inteligencia se amplía con la
riqueza de vocabulario capaz de recoger lo que hay de singular en cada cosa,
aquí, al igual que el que a todo llama: cosa, aparato o chisme, la palabra
machismo sirve para todo y para nada. Aunque seguramente sí para uno de los
objetivos más queridos por quien así piensa y actúa: para diferenciar, para
acotar territorio, para lucir estandarte, para señalar la trinchera que señalaría
dónde están los buenos y dónde los malos. De este lado ellos, del otro el machismo.
Por eso si en este país sigue habiendo
inteligencia se hace necesario contestar tanta impostura, tanto retroceso
mental, tanta oscuridad como se quiere verter sobre las cosas y decir que no,
que ese no puede ser el camino, que ese camino nos lleva atrás, no adelante. Y se
hace necesario hacerlo así si a quien eso escribe no solo le podrían encomendar escribir un capítulo de un texto de educación para la ciudadanía, sino el libro entero.
Los comentarios que escribí en la entrada
son éste:
A preguntas tontas respuestas…
Recurrir al término machismo para hablar
de división de tareas representa la mejor confirmación de que el pensamiento
mágico no tiene porque ser exclusivo de los creyentes. El papa Francisco dice
que: “El Big Bang no contradice a Dios, lo exige” y Ricardo Querol hace otro
tanto con la diferencia de que su prejuicio no es religioso sino ideológico y
crea una nueva terminología según la cual ya no es división de tareas sino
machismo.
Ningún hallazgo científico podrá
desmentir al papa Francisco porque Dios es previo a todo. Nada podrá desmentir
a Querol porque el machismo es el presupuesto de partida. Cuando Dios decidió
crear el mundo el machismo ya estaba allí.
Lo que caracteriza al universo es su
diversidad: donde la hay aparece lo nuevo, lo distinto, lo que enriquece.
También la evolución humana está jalonada de una división cada vez mayor de
tareas y no solo entre los sexos. Lo que nos gusta de la humanidad es su
diversidad y todos nos consideramos únicos y de hecho lo somos, incluido
Ricardo Querol.
Tiene razón cuando identifica como
ideológico el concepto de igualdad de género, aunque pretenda emparentarlo con
otros más consolidados en las ciencias sociales.
Y éste:
Si como dice
Querol la división de tareas hace a las sociedades machistas, para cuándo la
igualdad de género en las profesiones de esfuerzo y riesgo, para cuándo igual
número de mujeres en la construcción o las minas, para cuándo iguales permisos
paterno y materno, para cuándo igual número de maestros y enfermeros que
maestras y enfermeras, para cuando igual trato ante los tribunales.
¿Por qué estas preguntas jamás son contestadas por quienes sitúan como ideal la igualdad de género?
¿Por qué estas preguntas jamás son contestadas por quienes sitúan como ideal la igualdad de género?
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