En el movimiento feminista y en una medida que no se produce en otros movimientos sociales destaca lo difuso de sus contornos. No son evidentes las personas que lo encarnan, no son claras las fuentes que lo inspiran ni los textos donde queda recogido su ideario, no existe un foro a donde dirigirse para informarse y debatir. El feminismo jamás ha sido capaz de constituir un partido político con resultados mínimos aceptables. En contraste, su influencia política es tanta que sus propuestas incluso las más maximalistas, están siendo aprobadas por unanimidad en más de un Parlamento, tal como sucede en España.
A la espere del pronunciamiento del Tribunal Constitucional, la creación de un delito como el de violencia masculina, hace retroceder el derecho penal a momentos anteriores a la Declaración de derechos del hombre y, sin embargo, está recogido en una ley aprobada por unanimidad en las Cortes españolas. Y desde luego en la Comisión europea han salido adelante propuestas que han hecho que una feminista como Elisabeth Badinter haya puesto el grito en el cielo para denunciar tanto abuso.
Muchos hombres, tal mi caso, hemos descubierto, después de muchos años apoyando postulados feministas, que cuando el Instituto de la Mujer combate el sexismo en los anuncios, no se refiere a todo sexismo, al que denigra a la mujer y el que denigra al hombre. Combatir el sexismo, el Instituto de la Mujer lo entiende sólo referido a la mujer. No se sabe si porque considera que el otro no es posible y por lo tanto no existe, o porque los hombres deberíamos constituir el Instituto del hombre y mientras tanto chincharnos. También he descubierto recientemente que en la Constitución francesa ya está institucionalizada la división por sexos, y otro tanto de lo mismo parece que se apunta en las reformas de los Estatutos de autonomía en proceso de revisión en nuestro país, donde parece que se recogerán ¡¡¡ derechos exclusivos de la mujer !!! y todo ello ¡¡¡ en nombre de la igualdad!!!.
Estas características hacen del feminismo un movimiento singular y entrañan una especial dificultad de análisis, opinión y posicionamiento. De hecho y, a pesar de la cantidad de cosas que se están poniendo patas arriba. Comenzando por el concepto de igualdad, pero continuando por el de paridad, género, etc. la sociedad parece actuar como si nada estuviera pasando y las modificaciones legales y de todo tipo no dejaran de ser cuestiones rutinarias. Sorprende que un concepto como el de género, rechazado en el plano lingüístico por la RAE y, sin ninguna apoyatura científica haya sido trasladado a la ley con todo su contenido ideológico y conceptual. Ley de que la se derivan importantes consecuencias penales.
Lo cierto es que, como resultado de todo esto, los derechos de los hombres están siendo laminados, en lo referido a la procreación, a la paternidad, a la presunción de inocencia, derechos económicos, etc. y todo ello con el escarnio de ser presentado como el sexo que goza de todos los privilegios, el sexo avasallador y violento, el sexo que ha sustituido la fuerza por la inteligencia. Como ya escribí en algún otro sitio: hay un esfuerzo constante y consciente de culpabilizar a todo un sexo, el masculino, y de forjar un nuevo estereotipo en el que él aparece como estúpido verdugo neandertal y ella como sufrida víctima evolucionada. Es curioso pero nadie parece querer darse cuenta de que a fuerza de pedir que se acaben los estereotipos, estos están siendo reforzados hasta la caricatura.
Hata la caricatura es lo que hasta ahora, que las mujeres hemos dejado de ser las muditas sonrientes y de buena presencia que vosotros habeis diseñado, teniais preparado para nosotras. Estamos preparadas, tenemos derechos y queremos ejercerlos, no pongan tantas trabas porque se ponen en clara evidencia...
ResponderEliminarHumano es errar; pero sólo los estúpidos perseveran en el error.Cicerón
Malena
El enfado como la violencia suelen ser signos de falta de capacidad de argumentación e impotencia. Creo que en su comentario hay bastante de eso.
ResponderEliminar