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12 agosto, 2008

Providencial Zapatero

Que Zapatero es capaz de equivocarse, y equivocarse profundamente, creo que ya nadie lo duda a estas alturas. Que ha tenido que bajarse de ese limbo en el que parecía, sólo parecía, que todo se resolvería con suma facilidad, como si bastase un pequeño cambio de actitud para que problemas de hondas raíces desapareciesen como por ensalmo también. Su actitud ante la crisis económica creo que pone de manifiesto que donde se nos quería hacer ver a alguien con una varita mágica para resolver todos los problemas hay una persona capaz de meter la pata profunda y reiteradamente.

Creo que muchos llegaron a ver en Zapatero un hombre providencial capaz de resolver los más arduos problemas de este país de una vez y para siempre. No sólo había desbancado del poder al Gobierno del Prestige y la Guerra de Irak sino que, a los pocos días de su nombramiento, había ordenado la vuelta de las tropas. En la perspectiva de su primer mandato parecía posible resolver el problema de ETA, pero también el de la articulación del Estado con la redacción de unos nuevos Estatutos de autonomía del agrado de todos: bastaba con sentar a las partes alrededor de una mesa y que cada uno pusiera un poco de voluntad de su parte. Más que de conceptos era cuestión de talante y una buena dosis de optimismo lo que aplicado convenientemente a cualquier problema terminaría por arreglarlo. No era necesario por lo demás que el Gobierno realizase aportación propia. Bastaba con poner sobre la mesa las propuestas de los demás para que el empuje en direcciones opuestas de las de unos y otros y un buen papel de mediador se alcanzase un punto que permitiese una solución equilibrada de todas las posiciones.

Con la economía marchando a un ritmo muy superior al europeo, la legalización de las bodas homosexuales y la nueva legislación de género, España se colocaría definitivamente entre los países punteros en el mundo, por lo que ya sólo quedaba cuidar nuestra imagen hacia las minorías y ONGs en el interior y en ser los más respetuosos con las instituciones internacionales: ayuda al desarrollo, derechos humanos, etc. en el exterior. El plan era tan ambicioso y abarcaba tantos aspectos que de cumplirse aunque sólo fuera, en digamos el 70 % u 80% de lo previsto, ofrecería uno de los saldos más positivos de los Gobiernos de la democracia. Como para todo en la vida hace falta suerte, el arranque no pudo ser más esperanzador con la retirada de las tropas de Irak, y el cumplimiento de algún compromiso más. Que Zapatero era un tipo con suerte parecía imposible contradecirlo. No sólo había triunfado en el Congreso de su partido partiendo de una posición muy desventajosa, mediante el efecto Zapatero hasta el Barça había ganado una liga.

Pero las cosas comenzaron a torcerse primero con la actitud más bien poco dada a colaborar del PP, lo que hacía que el esquema de funcionamiento previsto careciese de una de sus piezas; pero a continuación por las posturas de Maragall en Cataluña y el Estatuto presentado, que en lugar de fruto del encuentro de fuerzas nacionalistas y de ámbito estatal era una pura y dura propuesta nacionalista que renunciaba claramente a la multilateralidad propia de los estados federales, para irse a una bilateralidad que lo aproximaba al vasco y que como se está viendo no sólo no ofrece una solución duradera sino que abre problemas nuevos y pospone una solución estable al marco institucional español en la dirección de un estado federal, pues eso requiere la procura de la multilateralidad y la renuncia a la bilateralidad. A continuación fue el estrepitoso fracaso del final dialogado con ETA y, a partir de ahí, la crisis económica que amenaza con dejar al descubierto todas las simplezas y carencias de nuestro Presidente.

Primero pretendiendo ignorar que la crisis económica estaba ahí, después diciendo que la abordaríamos en mejores condiciones que nadie pues largos años de crecimiento económico nos habían permitido acumular un superávit de las cuentas públicas del que otros carecían. Finalmente deberá admitir que hay crisis económica y que no estamos en mejores condiciones que nadie para abordarla más bien al contrario las expectativas de destrucción de empleo superan ampliamente a las de nuestros vecinos.

En este contexto resulta particularmente desacertado que durante la pasada campaña electoral insistiese casi en exclusiva en la necesidad de crear empleo femenino, olvidándose que como ya todo el mundo sabía, y esto lo sabía hasta la gente que lo desconoce todo de economía, la crisis inmobiliaria era inevitable y la pérdida de empleo que consecuentemente se produciría también, y en la construcción los que trabajan son varones y a quienes más está afectando es a éstos como ponen de manifiesto todos los indicadores. (Por cierto ahora que quienes engrosan masivamente las listas del paro son ellos parece que interesa menos su estudio desagregado y comentar su impacto por sexos.)

Y quiero recordar aquí que, en mi opinión, hay un problema si cabe más profundo que el de la crisis económica, y es el del rotundo fracaso de nuestro sistema educativo, que el Gobierno sigue sin reconocer y la oposición de todo tipo prefiere ignorar porque no es fácilmente vendible electoralmente y por la extraordinaria complejidad de un sistema que ahora mismo está gestionado por 17 Comunidades autónomas, pero donde el Gobierno central sigue pintando y mucho. Fracaso educativo que amenaza no sólo con ser uno de los grandes problemas de desarrollo económico y social de nuestro país, también con provocar profundas desigualdades de género, ahora mismo ya presentes en la enseñanza pero que inevitablemente terminarán trasladándose a la sociedad en su conjunto.

Hay otro terreno en el que las políticas del señor Zapatero están fracasando y es el de las políticas de igualdad. Ni la ley de divorcio, ni la ley contra la violencia de género están dando aquellos resultados que en su día se anunciaron, y además están haciendo cambiar de parecer a muchos de los que en su día apoyaron la causa feminista, y creando un descrédito de dichas políticas patente cada día para más personas, convencidas de que la igualdad en ningún caso debe suponer diferente trato penal ni de cualquier otro tipo entre mujeres y hombres y, que los divorcios no pueden resolverse asignando automáticamente la vivienda familiar y la custodia de los hijos a la madre, condenando al padre que se separa a hacerlo: no sólo de su ex-mujer, también de sus hijos y hasta de medio social y barrio en el que vivía y condenándolo en multitud de ocasiones a tener que irse a vivir con algún pariente, o a la calle, porque el sueldo deducidas las pensiones no da para más.

Por lo demás decir que en este terreno como en el de la elección de ministra para el Ministerio de Igualdad el olfato del señor Chaves y el señor Zapatero no han estado finos si nos hemos de atener al puesto que ocupa la señora Aído en la valoración de los españoles. Por eso, desde aquí, le diría al señor Chaves quien en su día manifestó que deseaba que le sucediese en el cargo que ocupa una mujer, que procure hilar más fino que lo ha hecho hasta el presente. Aunque nada me haga ser optimista después de que en su pasado Congreso la única corriente interna que, de hecho y en la práctica, parece admitirse es la feminista, y la renovación cuando no se mida por el sexo se haga por la edad sin más criterio, decidiendo enviar muy lejos, cuanto más lejos mejor, a todos cuantos en el partido se han mostrado como personas con criterio y peso específico.

Pero esta crítica mía a la marcha del partido socialista la hago extensible a otras opciones por ejemplo las que puedan representar el PP o IU, particularmente en lo que a la Educación y las políticas de género se refiere. El PP, una vez abandonada la estrategia de la legislatura pasada, parece abonarse a una oposición de monocultivo en el terreno de la economía, lo cual significa que hará seguidismo en todo o casi todo lo demás, lo que es tanto como renunciar a realizar oposición y ofrecer alternativas en los que para mí serían algunos de los grandes temas: educación, justicia, o las mismas políticas de género que precisan de una reformulación profunda. De IU me parece que no hace falta que diga nada que ya no haya dicho la ciudadanía. En fin, el panorama político de nuestro país lo reflejan bien las encuestas que con claridad dicen que a los españoles lo que hay no les gusta, pero ya que es sobre eso sobre lo que hay que pronunciarse los suspendemos a todos. Patético es que se espere ganar no porque se ha realizado una política ilusionante sino porque el otro lo ha hecho peor. Estamos en una competencia a la baja de los políticos a la que la sociedad civil de momento no ha dado una respuesta conveniente pero no me cabe la menor duda de que lo terminará haciendo.

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