He colgado el comentario que sigue, aquí. Por si os apetece el debate.
Tengo que reconocer que es la primera vez que te leo y desconozco tu trayectoria lo que seguramente matizaría alguna de las cosas que diga, pero me interesa comentar tu artículo de hoy y a él se ciñe este comentario.
Vaya por delante que me parece muy bien tener presente que el mundo lo habitamos hombres y mujeres y la lengua debe tener presente esa realidad. En cualquier caso la lengua siempre resalta unas cosas e invisibiliza otras, sirve para unir pero también para separar y diferenciar, y sería ingenuo pensar que el lenguaje políticamente correcto no incurre gravemente en sexismo, estereotipo e invisibilización.
Por eso siguiendo tu propio razonamiento habría que concluir que según tu lógica estás en la defensa del lenguaje de la clase dominante, pues no cabe ninguna duda que el actualmente dominante es el políticamente correcto, aunque no sé si incluidas algunas de las más recientes creaciones: miembra, jóvena o feminario.
La posición del feminismo dominante y de quienes sostenéis tesis como la tuya sería más respetable si la aplicarais a las uvas y a las maduras, si al tiempo que aparecen alcaldesas, edilas y juezas, aparecieran reas, criminalas y verdugas, lo otro la feminización de la parte del diccionario que nos apetece pero dejando la otra mitad en la que sí vale le genérico, me parece oportunismo barato y por ello no deja de reflejar lo que tu dices: el orden de las clases sociales, sus categorías, sus jerarquías.
Es verdad que: “lo que no se nombra no existe. Si nuestro modo de expresarnos elide a las mujeres, dándolas por sobreentendidas, despreciamos lo mucho de específico que tienen. Aunque no lo hagamos aposta: el subconsciente es muy traidor.” Pero no debieras olvidar, y aquí me salgo un poco de lo estrictamente lingüístico, que en este país y pagadas con fondos públicos se elaboran multitud de encuestas, algunas sobre temas tan delicados como el acoso sexual o laboral, en las que sólo se entrevista a mujeres, y entonces mi pregunta es ¿existe alguna forma mayor de invisibilización, de ignorar y despreciar al otro? Y esto promovido y realizado por quienes al mismo tiempo claman contra el machismo en el lenguaje.
Por eso si tú me preguntas si estoy abierto a discutir el sexismo en el lenguaje te digo que sí, a trabajar por una lengua que nos recoja mejor a todas y todos, te digo sí, aunque la lengua como tú bien sabes la hacen en buena medida los hablantes y ahí tengo para mí que fórmulas como la de jóvenas o feminarios lo tienen complicado y en algún otro caso lo será más hacer aflorar aquellas realidades que voluntariamente deseen mantenerse invisibles y en el anonimato. La invisibilidad como todo tiene sus pros y sus contras, no todo son contras, en algunos casos es forzada y en otros querida, por ejemplo, cuando no se renuncia más que a algunos usos del genérico pero no a otros.
En fin te sugeriría reflexionases sobre el término género, recientemente impuesto en la norma legal española, particularmente en la acepción contenida en las denominadas “leyes de género” para que te dieras cuenta de que muchas veces pensando que estamos siendo críticos lo que estamos haciendo es asumir un nuevo acriticismo. Otra reflexión interesante sería interrogarse sobre si el término androfobia tiene tan poco uso porque no existen mujeres con aversión a los hombres.
http://www.elpais.com/articulo/sociedad/racismo/cala/aulas/elpepusoc/20080718elpepisoc_2/Tes/ohttp:/www.elpais.com/articulo/sociedad/racismo/cala/aulas/elpepusoc/20080718elpepisoc_2/Tes
ResponderEliminarSe me hace difícil imaginar a los adalides del lenguaje no sexista exigiendo que articulos como el anterior utilicen la fórmula "alumnos y alumnas" en lugar del genérico "alumnos" para hablar de algo negativo como el racismo. En este caso no hay ningún problema por permitir esa asociación latente de lo masculino y lo negativo.
¿Alguien se imagina a la Sra. Aido hablando de la necesidad de acabar con el racismo de los "jóvenes y jóvenas"?
Entre la moralina en temas como la prostitución y la doble moral en tantos otros como éste del lenguaje, tengo para mí que los seguidores de estas corrientes van acabar con un enorme lío mental en el que terminarán por tener dificultades para reconocerse a sí mismos.
ResponderEliminarHasta donde llega su argumentario queda patente en el artículo de Javier Ortíz que dio lugar a esta entrada. Un mucho de ideología y un desconocimiento total del idioma dan los resultados que tanto en el artículo como en el hilo de comentarios se puede apreciar. Para curarse del ideologismo feminista sólo hacen falta lecturas y algo de reflexión personal, pero esa parece ser la mayor dificultad para algunos.
Por cierto en una entrada de más atrás te pedía una aclaración que seguramente se te pasó. La entrada es la de paro, economía y política.
El artículo al que nos remiten es un "déjà vu" de cabo a rabo, y la mayoría de comentarios (a favor o en contra) son perfectamenre previsibles.
ResponderEliminarSuerte que los de nuestros blogueros y algún otro abren la ventana de par en par, para que entre algo de aire fresco en el manido discurso de género.
Por cierto, si durante mucho tiempo el diccionario de la RAE definió "alcaldesa" como "mujer del alcalde" ello no se debía a ningún capricho de los doctos acadmémicos, sino a la falta de otro referente en la realidad. Cabe recordar que "condesa" tanto podía ser la mujer del conde como la titular del condado, antes igual que ahora. Y desde luego, "abadesa" nunca se ha definido como "mujer del abad".
Mira por donde, el "militante adicto al lenguaje no sexista" ha sido pillado en falta:
ResponderEliminarhttp://blogs.publico.es/eldedoenlallaga/386/el-premio
De todas las veces que hubiera podido desdoblar los substantivos, sólo lo hace en una, como bien observa y le reprocha uno de los comentarios. Claro, como el tema de hoy era otro...
Y es que no se puede estar en todo.