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16 septiembre, 2010

El cuento de nunca acabar

Lo del feminismo, si lo pensáis bien, es el cuento de nunca acabar porque como nos recuerda Pablo en su último comentario en el que recoge esta información de El País, sobre el porcentaje de reseñas a libros de autores masculinos y femeninos,  siempre habrá algo en lo que se pueda constatar que no se produce igualdad y por tanto algo que siga alimentando su inagotable victimismo.

Y quizá penséis, pero no es verdad que siempre la estadística favorezca al hombre y perjudique a la mujer, por ejemplo: en estudiantes universitarios, o personas con empleos confortables y en lugares seguros, incluso en el quiosco la mayoría de las revistas son de la llamada prensa femenina, o quienes más gasto en cuidado de la salud y la belleza realizan, y a sensu contrario, tampoco son las que sufren más accidentes laborales…

Tampoco en las separaciones el mejor parado es él, pero es que recientemente se publicó que todos los magazines  de la televisión pública iban a ser presentados por mujeres, lo que viene a sumarse al hecho de que las presentadoras de los informativos ya lo eran y, en fin, que me supongo que  no hace falta que continúe una lista que cualquiera de los que me leéis podéis completar… es un decir, por vuestra cuenta.

El cuento es de nunca acabar porque justamente sólo hay ojos para una desigualdad, para el desequilibrio de un determinado lado, porque se mira la sociedad con un monóculo en el que sólo se ve una parte, porque cualquier criterio de honestidad que se pretenda de esta corriente ideológica está vetado de antemano.  Es desigualdad lo de las reseñas, pero no que  todos los mineros sean varones… Como decía alguien, cuando muere una mujer muere una mujer, cuando muere un hombre muere gente.  

Porque usando ese verbo que tanto les gusta han conseguido invisibilizar a media sociedad para lo que les interesa, en base a que han fabricado una ideología segregadora, sexista, maniquea y basada en un dualismo de buenas y malos, que no sólo no casa con la realidad social, también impide reconocer al otro, y por ello impide una visión y un juicio ponderado o una igualdad más allá de la paridad interesada y la asimetría que permanentemente practican. 

5 comentarios:

  1. Anónimo10:33 p. m.

    Público recoge la siguiente información:
    http://www.publico.es/espana/337054/vega/llevara/congreso/cese/presidenta/cis

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  2. Anónimo1:50 a. m.

    Sobre el estado de la custodia compartida:
    http://www.elpais.com/articulo/sociedad/Valencia/Navarra/preparan/leyes/primar/custodia/compartida/elpepusoc/20100916elpepisoc_5/Tes

    Alberto

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  3. Anónimo6:57 p. m.

    Noticia de La Vanguardia:

    http://www.lavanguardia.es/sucesos/noticias/20100917/54004948143/una-italiana-pago-200.000-euros-para-que-mataran-a-su-marido-y-poder-heredar.html

    Alberto

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  4. No creo que la discriminación legal por sexos aporte nada a la igualdad. Pero si así fuese, se deberían cumplir siempre dos requisitos antes de elaborar una ley:

    1) La existencia de la discriminación que se pretende eliminar debe quedar demostrada por criterios científicos. Debe poder medirse y esta medida debe poder repetirse independientemente.

    2) El objetivo de igualdad debe quedar claro. Cómo se va a medir y qué margen será aceptable para considerar cumplido el objetivo.

    Por supuesto, estos requisitos no se cumplen.

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  5. Emilio, el fenómeno que describes no se ciñe únicamente a la parcela del feminismo dentro del pensamiento políticamente correcto. Lo políticamente correcto, que básicamente es el progresismo de antaño re empaquetado por razones de marketing electoral, siempre encontrará motivos de “injusticia”. Se ha pasado de la igualdad de oportunidades para todos a exigir igualdad en los resultados para todos, Así, si un grupo étnico, social o de género no está lo suficientemente representada en lo que ellos llaman el “sistema patriarcal de poder”, hay que garantizar su presencia a través de cuotas forzadas, que con el tiempo, se vuelven precisamente contra el grupo que se pretende ayudar. En EE.UU se facilita la entrada a universidades de prestigio de ciertos grupos en base a criterios políticamente correctos en lugar de criterios estrictamente académicos a universidades de élite. Lo que se silencia es que más de la mitad de los alumnos a los que se dio preferencia en base a criterios no académicos no termina sus estudios.

    En España creo que la política forzada de cuotas de género terminará siendo igualmente lesiva para las mujeres.
    Totalmente de acuerdo, por lo demás, con Manu y con los planteamientos generales de tu post.

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