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10 marzo, 2013

Más sobre filosofía



Al margen de las figuras y grandes obras que jalonan la historia de la filosofía, desde la antigua Grecia hasta nuestros días, no hay algo así como una colección de herramientas intelectuales que nos permitan abordar la enorme variedad de problemas y cuestiones que constituyen el legado filosófico. Tampoco es posible pretender que se pueda trasplantar a la filosofía  la metodología matemática, una ciencia exacta y no empírica, ni tan siquiera la de la física, esta sí empírica, pero de materia bien diferente a la de la filosofía que ha de entender de ética, política, economía, lenguaje… y tantas otras cosas relacionadas con el ser humano como individuo y como sociedad y pretende ser un pensamiento de “cierre” y una visión del mundo.


La filosofía ha de relacionarse de tú a tú con la ciencia pero desde luego asumiendo y tomando como punto de partida el conocimiento consolidado de ésta, lo que nunca entenderé es una filosofía elaborada al margen de la ciencia o contra la ciencia. Por eso mi posición es de fuerte rechazo a todas esas corrientes posmodernas y relativistas que niegan la ciencia y su método.  Que la filosofía puede relacionarse de igual a igual con la ciencia lo dejó bien claro Karl Popper con su exigencia de falsabilidad del conocimiento científico de tal modo que corrientes de pensamiento tan importantes como el marxismo o el psicoanálisis, hasta ese momento incuestionadas desde ese punto de vista, comenzaron a serlo y a día de hoy casi nadie tiene duda de que en ese punto Popper tenía razón. 


Como también se le reconoce en su crítica a los postulados de la filosofía política de Platón que no dudó en calificar de totalitarios. Pero por el mismo motivo la filosofía y las corrientes de pensamiento deben aceptar la crítica cuando viene desde la ciencia y los postulados científicos como cuando Alan Sokal dejó clara la vacuidad de ciertas formas de pensamiento que para mayor impostura pretendían pasar por científicas.  Y quien dice Sokal puede decir Muñoz Molina cuando crítica el tremendo mal de concepciones pedagógicas y sociales basadas en el mito del buen salvaje de Rousseau o las de un filósofo reconocido como Mario Bunge cuando pone en cuestión el constructivismo pedagógico y social o el feminismo.


En la filosofía no todo lo antiguo es viejo, ni lo contemporáneo nuevo. Véase sino la opinión de tantos pensadores de renombre del momento actual  sobre la figura de Aristóteles en lo referido a su concepción ética y psicológica del ser humano. Como podríamos hablar de lo viejas que resultan posiciones contemporáneas que pretenden pasar por nuevos, planteamientos y estilos que ya los sofistas manejaban con inmensa soltura y fueron combatidos con intensidad por los tres grandes de la Grecia clásica: Sócrates, Platón y Aristóteles. Necesitamos más que nunca del pensamiento filosófico para salir del inmenso laberinto de problemas en que estamos metidos. Por eso se hace necesario deslindar qué pueda resultar un buen apoyo y qué no.


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