En este extraño mundo de las ciencias
sociales donde una cosa y su contraria pueden tener lugar, porque se ha
prescindido de cualquier criterio de verificación, solo es una paradoja más que la mayoría de científicos, juristas y políticos mantengan en el nivel del
análisis la idea de la humanidad como una masa homogénea que prescinde del
hecho de que hombres y mujeres somos diferentes, pero al tiempo admitan en las
leyes y las normas sociales que esa realidad diferencial se exacerbe, en
particular en las leyes de género, hasta dar la impresión de que más que de los
sexos de una misma especie estuviéramos hablando de especies distintas.
Porque somos diferentes en lo biológico y
lo genético es por lo que necesitamos leyes de igualdad en lo jurídico y lo
político. No para matar o eliminar nuestras diferencias naturales sino para
evitar, si acaso, sus efectos
indeseables y lograr una sociedad más justa para todos. En lugar de lo anterior
el feminismo de género proclama la igualdad en origen, la tabla rasa a la hora
de nacer, pero luego promueve sin cesar esa diferencia en todos los ámbitos y
en las leyes. Niega las diferencias naturales pero institucionaliza otras de su
gusto y a su arbitrio en la política y la sociedad mediante la agenda y las leyes
de género.
Se trata del mundo al revés, se niegan
las diferencias biológicas y los estilos cognitivos allí donde deben
reconocerse: la escuela y los juegos, por ejemplo, sosteniendo una insostenible
tabla rasa, pero luego se dictan leyes de género en las que resulta difícil
reconocer una común humanidad de hombres y mujeres. Se desprecia la
neurociencia y tantas otros saberes, pero luego se siguen a pies juntillas lo
que dicen algunas encuestas llenas de cocina y realizadas a uno de los sexos.
Y lo más sorprendente, se niegan esas
diferencias donde deben reconocerse, pero a continuación y sin que se sepa por
qué mecanismos ni en qué momento ha sucedido, se pasa un cuestionario a las
chicas y otro diferente a los chicos en los que los papeles de cada uno en
relación con la violencia no solo está establecido de antemano, sino que los
hace radicalmente diferentes. No había ninguna diferencia en el nacimiento y
ahora las hay todas.
Y de nuevo una excusa: esas diferencias
son producto del distinto proceso de
socialización de hombres y mujeres, y una nueva pregunta: si ese proceso se ha
llevado al lado mucho más de mujeres que de hombres: mamá, la cuidadora de casa
o la guardería, y las maestras hasta por lo menos los 11 años, teniendo
especial cuidado en combatir el “machismo” ¿por qué extraña rendija se ha
colado ese mal que se supone tan vivo y virulento como siempre, incluso peor?
Es evidente que el “método” feminista
hace aguas por todos lados y por eso es momento de recordarlo y recordárselo.
Como toda ideología, el feminismo tiene distintos "métodos". Además de lo que describes, hay variantes. Por ejemplo, de lo que leo, deduzco que tu interlocutor de estos temas en politikon.es, Luis Abenza, tiene otra visión: los hombres y las mujeres al nacer son iguales; o no; no importa mucho. Lo importante es que, ya sea por es diferencia inicial, si existe, o si no también, son los comportamientos de la sociedad los que crean, incrementan o no disminuyen esas diferencias, que resultan en desigualdades. Entonces hay que imponer una serie de comportamientos sociales que cambien la situación (ya sea debida a diferencias inherentes a los sexos, o bien al propio comportamiento de la sociedad). Yo, en esta visión, ningún problema lógico; salvo que lo que pretenden no tiene justificación científica real; son (somos) incapaces de diseñar una política de "igualdad" sin justificar mínimante qué evidencia empírica la sustenta, cuáles son los medios a utilizar (entre ellos el tiempo), cuáles son los objetivos esperados (definidos con precisión). Por otro lado, y no menos importante, tampoco tienen justificación democrática: no presentan sus planes a la sociedad (con sus supuestos beneficios, pero también sus contrapartidas) para que sean debatidos y, en su caso, aceptados; sino que subrepticiamente se meten en las organizaciones que controlan los recursos públicos, para implantar sus objetivos. Y por otro, también les falla la sinceridad; si uno está en contra de las desigualdades, están en contra de las desigualdades; no está en contra de las desigualdades que afectan a unos, y las que afectan a los otros son, u ocultadas, o bien, justificadas como inevitables.
ResponderEliminarUn saludo.
Vellana
Siempre me pregunto como hacen los hijos para convencer a sus madres de que los eduquen en el sexismo.
ResponderEliminarEl recurso de acudir a una madre que ya está maleada por el heteropatriarcado machista ancestral solo nos lleva la justificación hacia generaciones anteriores, pero no explica nada, y al final habría que concluir que hace miles de años hubo un cónclave de machirulos extraordinariamente inteligentes, inmensamente malvados y totalmente machistas, que se encargaron de organizar las cosas de manera que en los milenios siguientes resultara imposible una sociedad igualitaria. Además eliminaron las actas de tal reunión con lo que nos quedamos sin saber como lo hicieron. Una pena, pues estos señores debían saber de política y sociología lo que no está en los escritos y nunca hemos logrado acercarnos a tan alto grado de malvada sabiduría.
Arturo
Este es un asunto lleno de paradojas en el que lo que menos se prodiga es la claridad y la luz, de forma particular por parte de quienes sin embargo más provecho le están sacando: feministas y profeministas. Mi intención con este post es centrarme en uno de los aspectos del mismo, enfatizar la terrible paradoja de que por todas partes: política, economía, mundo laboral, escuela, recursos públicos, derecho de familia se admitan derechos y deberes distintos para cada sexo y sin embargo, a la hora de escribir un tratado, o de realizar un análisis económico o educativo prescindir de que ahí están los dos sexos y lo están con estilos distintos o, lo que es lo mismo, suponer una humanidad en la que esa diferenciación no es necesaria.
ResponderEliminarDe todas formas, Emilio, si hay algo que me sorprenda y no entienda es la gran cantidad de gentes cultas, inteligentes y formadas, que sin tener interés particular en defender el feminismo, y sin embargo aceptan sus postulados de forma acrítica y aparentemente sin percibir las contradicciones y despropósitos que tan evidentes nos resultan. Por otra parte, muchas veces esas mismas personas en estado de "in cervecita veritas" se despachan hablando mal no ya del feminismo si no de las mujeres, así en general.
ResponderEliminarEn fin, ayer hablaron en la tele, por enésima vez del gran invento español: la fregona, y viendo que se tardó siglos en inventar (existiendo la tecnología, la necesidad y la capacidad económica para producirlas) y luego de inventada, se tardó más de 20 años en generalizarse su uso... si un hábito como el de fregar de rodillas es tan reacio al cambio otros cambios más complejos me temo que van para largo.
Arturo
Hola, Emilio.
ResponderEliminarExcelentes los últimos artículos que he leído.
Aquí te dejo un vídeo magnífico por muchas razones. No sé si lo conoces. Creo que merece nuestra mayor atención.
https://www.youtube.com/watch?v=hyzlpK9R3tA
Isidro
De lo que debemos ser conscientes Vellana, Arturo e Isidro es que el debate de género supone un desafío intelectual más grande de lo que en principio pudiera suponerse. Observad por ejemplo que no está siendo posible confrontar ideas y opiniones con las ideólogas y las ejecutoras de la agenda de género, porque resulta difícil saber quién son. En su lugar el único debate posible está siendo con los profeministas, varones que hacen suyos los planteamientos de género y que en última instancia no son quienes lo definen, por lo que tampoco están claras las consecuencias prácticas que del mismo se puedan derivar. Y con eso no quiero insinuar que no tenga interés el mantenerlo.
ResponderEliminarEl movimiento feminista salvo contadas ocasiones ha preferido aparecer a través de otros. Con lo que al final y al igual que sucede con los carteles de la entrada anterior las controversias se derivan hacia el espacio masculino, hacia una cuestión que a quien confronta es a unos varones con otros. Que este aspecto, y se trata de una sola de las muchas peculiaridades que caracterizan al movimiento feminista, no haya sido objeto de más atención, nos pone en la pista de lo mucho que queda por aprender y decir sobre este tema. Las diferencias entre los sexos de las que hablo en la entrada también están en la raíz de que el “debate” se esté produciendo en esas coordenadas.
Leed esta entrada que me parece aporta un punto de vista interesante:
ResponderEliminarhttps://tsevanrabtan.wordpress.com/2015/04/22/no-te-culpabilizo-por-lo-que-haces-mal-hija-mia-la-culpa-es-del-demonio/
Acabo de repasar los comentarios de la noticia. la gran mayoría van contra la línea feminista que marca el periódico y lo mismo se puede decir de las valoraciones positivas y negativas a estos comentarios. muchos positivos y casi ningún negativo a los comentarios contrarios a la linea feminista. Pero esto no afecta a la dirección de los periódicos que siguen pretendiendo inculcarnos la matraca feminista.
ResponderEliminar¡Tatos años defendiendo el derecho a desnudarse como la quintaesencia de la libertad,especialmente para la mujer y cuando lo hacen libremente, esgrimen el catecismo amenazador!
Arturo
(a mi me parece perfecto que se desnude quien quiera y como quiera a cambio de nada o de lo que sea, faltaría más)
Lo que me molesta de este feminismo es la permanente puesta en cuestión de la capacidad de la mujer para hacerse dueña y responsable de sus actos. Como dije en algún otro lugar lo de la mayoría de edad nunca es para hoy y siempre habrá que esperar. En un primer momento se alude a la falta de formación o a que alguien o algo irresistible las empuja, la necesidad económica o cualquier otro motivo ad hoc.
ResponderEliminarPero cuando ya no pueden esgrimir ninguno de esos motivos nos encontramos con que el diagnóstico es el mismo: el machismo, que como todo el mundo sabe sirve siempre de parapeto para la exculpación moral de las mujeres en todo lo que el feminismo ha decidido que no les conviene. Y por supuesto, eso es compatible con que quienes ahora alzan su voz tan airadamente guarden el silencio más absoluto cuando de esa desnudez se valen por ejemplo tantas cantantes como en los últimos tiempos tuvimos ocasión de comprobar.
Y ojo, no critico que estén en su libertad de hacerlo. Lo que quiero denunciar es la hipocresía y el clasismo de quienes denuncian una cosa y no la otra. Lo que no es de recibo es que alguien nos pretenda colar que la libertad de las mujeres consiste en lo que el feminismo en cada momento decida dictar.
Según decía la prensa. estas chicas eran mayoritariamente universitarias alulmnas de exclusivas universidades privadas, vamos que ni tontas ni pobres. Y por supuesto solo hacía referencia a las chicas aunque la fiesta es de chicos y chicas. Pero se sabe que los varones son mayores y responsables (para las cargas) desde que somos niños, mientras que las mujeres solo alcanzan la mayoría de edad cuando superan los cursos del catecismo de género...y aún así si "se pasan" es por culpa del machismo ( o sea de los hombres)
ResponderEliminarArturo
La doble vara de medir, el "método" feminista que tanto afirma una cosa como la contraria, creo que se ejemplifican muy bien con el caso de la Sr. Carrascosa, aclamada como una heroína por la prensa nacional. Yo recuerdo muy bien a las feministas exigiendo mano dura contra los secuestros de menores…, aunque el presupuesto implícito, claro, es que el secuestrador sólo podía ser el padre. Cuando la secuestradora es la madre…, entonces es un claro ejemplo de abnegación maternal.
ResponderEliminarAthini Glaucopis
Esta entrada de Gregorio Luri en El café de Ocata nos recuerda el despiste en el que se mueve la pedagogía en las escuelas
ResponderEliminarhttp://elcafedeocata.blogspot.com/2015/04/inteligencias-multiples.html