El viernes 2 por la tarde asistí a un espectáculo que me costaba creer pudiera estar produciéndose. Me llamó la atención una polémica que se desató en el programa Channel nº 4. Una chica, que debe llevar uno de los apartados del programa y de la que no tengo el gusto de saber el nombre, quiso que se debatiera sobre una encuesta realizada a hombres para saber qué tenemos en la cabeza.
Como os podréis imaginar, los hombres somos esos seres con una sola neurona, que no dejamos de pensar en el sexo, y si declaramos cualquier otra cosa que no sea esto, mentimos como bellacos. No digamos ya cuando confesamos que nos gustan de ellas alguna otra cosa que no sean sus atributos sexuales. Y al menos uno de los contertulios varones, para ser más exacto Ramoncín, parecía reconocerse en el estereotipo. Me molestó que pretendiese hablar en nombre de todos los hombres.
El simplismo maniqueo y estrecho de la visión de género, que dice que los hombres somos así y las mujeres asá, parece que pronto será la única forma admitida de hablar en determinados medios y sitios. Es decir, debemos admitir sin rechistar el estúpido estereotipo que nos convierte en clones del que hablo en otro lugar. Pero con llamarme la atención esa cuestión, no fue lo única.
La chica no contenta con sostener lo de neurona única, pretendió que los contertulios varones ratificasen la mentira de las respuestas de la encuesta que no se ajustaban a esa idea, pretensión a la que Ramoncín no tuvo problema en apuntarse, no así Pablo Motos, por lo que enrabietada y ufana espetó que lo que realmente preocupaba a 9 de cada 10 hombres era el miedo a sufrir un gatillazo y las mujeres lo sabían.
Pablo Motos hizo gesto de contestar y Siñeríz que no se perdía detalle, quizá esperando que la respuesta no fuera de su agrado levantó los brazos pidiendo silencio en el plató, dejando caer una expresión del tipo verás lo que dice ahora éste, y como éste dijera que eso era tanto como decir que a las mujeres lo que le preocupaba era “la sequedad vaginal”, el enfado fue monumental.
Hasta ese momento todas las sandeces que se habían dicho sobre los hombres, parecía como si no hubieran sido dichas allí. O sea, de los hombres se puede decir cualquier cosa, sin que nadie deba sentirse ofendido, pero mucho cuidado si alguien devuelve una generalización del mismo calibre sobre las mujeres. Este es el mundo en el que estamos.
El día anterior había oído en la 2, en una entrevista a Buenafuente, y una de las preguntas iba acompañada de lo siguiente “tú que eres uno de los pocos hombres de tu edad heterosexuales interesantes...”
Mientras, esto y otras cosas de mayor calibre y gravedad viene sucediendo sin que rechistemos. Como dice Ivon Dallaire, “Los hombres somos el único grupo contra el que se puede despotricar públicamente sin que nadie, ni ellos mismos, ose asumir su defensa”.
No sólo verbalmente. A todo el mundo le parece normal que una mujer pueda soltar una torta (o incluso una patada en la entrepierna, lo cual se considera incluso gracioso) a un hombre por algo que este le ha dicho, mientras que nada que una mujer le haga a un hombre justifica la violencia física del hombre contra la mujer.
ResponderEliminarLos guionistas saben que despotricar contra el hombre no sólo sale gratis, sino que hace que la audiencia femenina aumente. Esto es muy importante porque las mujeres son mayoría en casi todas las franjas horarias.
Y la publicidad lo confirma. Parece que la mejor estrategia para vender algo a las mujeres es que en el anuncio quede claro que ellas son superiores, por ejemplo, mostrando algun hombre incapaz de hacer alguna tarea y luego una mujer que le enseña lo fácil que es con el producto X
Vamos, que si nos fiamos de la televisión lo sorprendente es que sepamos ponernos los calcetines solos.