Twittear

18 abril, 2013

A propósito de un artículo


Analizar la realidad particularmente la social exige un nivel de abstracción que al tiempo que haga manejable la materia de que se trate, en este caso el género, no olvide los aspectos sustantivos que la definen en el plano de lo real. El mapa del mismo tamaño que el espacio que quiere representar  carece de sentido, pero aquel que no nos deja identificar los accidentes del territorio al que se refiere tampoco.  Y esto último es lo que sucede con este artículo que ahora comento. 

Todo sucede en un plano de abstracción que olvida que en nuestro país carecemos de un derecho como el de custodia compartida, o que la ley se aplica con diferente criterio según se trate de juzgar  a hombres o mujeres, o que los ciudadanos necesitamos que se nos explique por qué en los años de la crisis y a pesar de que la proporción de mujeres en las Administraciones ya era superior a la del varón todo el incremento ha sido en su favor. Si quien propone el tema prescinde de esos y otros rasgos de la realidad circundante no nos está invitando a discutir sobre igualdad.

En realidad es más bien la invitación a evitar hablar del presente, negarse a considerar que si la igualdad es algo, necesariamente, ha de tener su reflejo en los hechos y la marcha de las cosas y no solo en las palabras. Que si alguien está traicionando a Stuart Mill es el propio neofeminismo reinante con su virulencia, su visceralidad, su ánimo de revancha.  Que sin género de duda de ningún modo Stuart Mill aprobaría una legislación como la que en nuestro país regula las separaciones y el régimen de custodia de los hijos, no digo ya una ley como la LIVG.

Que el derecho a la presunción de inocencia y las garantías jurídicas consecuentes constituyen una conquista de la civilización a la que no podemos renunciar  y cuando se pierden como en buena medida está sucediendo en nuestro ordenamiento no estamos caminando hacia delante sino hacia atrás. Que la inversión de la carga de la prueba coloca al ciudadano al que obliga en una posición de desigualdad y asimetría y a merced de quien lo acusa lo que de ningún modo se pude asimilar con la igualdad.

En fin, que toda esa retórica de la igualdad no es tal porque olvida el presente, olvida la realidad cotidiana de las cosas, se basa en mera palabrería sin ningún reflejo en la realidad jurídica, cultural, económica y social y afirmaciones gratuitas como las contenidas en este párrafo:  La conquista de la democracia paritaria pasa necesariamente por la revisión de la masculinidad patriarcal y por un proceso de transformación socio-cultural en el que los hombres hemos de asumir un papel protagonista. Sin él, los logros serán puntuales y frágiles, de manera que se continuará prorrogando un orden que sigue empeñado en ofrecer más obstáculos a las mujeres en el ejercicio de sus derechos y que en los últimos tiempos está desarrollando mecanismos cada vez más sutiles de dominación.”

Porque sostener al mismo tiempo el actual estado de cosas y las posiciones neofeministas e invitar a que el hombre asuma un papel protagonista en este proceso solo puede representar mala o fe o una ingenuidad infinita a tenor de lo que ha venido y viene sucediendo con cualquier intento que suponga el cuestionamiento del orden de género reinante, pues hasta el momento todos los intentos han sido combatidos con una ferocidad inusitada, fuera que se tratase de custodia compartida, el SAP, acabar con las denuncias falsas, la derogación de la LIVG o cosas de menor calado.  El neofeminismo si por algo se ha caracterizado hasta el presente es por su vocación de tapar todas las bocas discrepantes sean estas de varones, mujeres u otras feministas que no compartan su recetario.

Y otro tanto pretender descubrir a estas alturas que los hombres también tenemos género posición solo entendible dentro de la confusión que reina en torno a éste y otros conceptos claves del feminismo del mismo nombre, pero hacerlo al tiempo que uno se declara hombre feminista y no hombre por la igualdad o igualitario, nos está diciendo no solo en qué punto extraño está esta materia también la forma que uno tiene de alinearse con lo realmente existente. Y eso sin entrar a cuestionar que esa declaración de feminismo constituya algo más que un ejercicio de voluntad si tenemos presente que las neofeministas han declarado hace ya mucho tiempo que feministas solo lo pueden ser las mujeres y admiten compañeros de viaje pero en sus propias organizaciones.  


1 comentario:

  1. Anónimo1:29 p. m.

    Lo que dice este hombre en el párrafo que destacas es que el hombre va a protagonizar este cambio es decir, va a cambiar sí o sí, ya lo dice en el renglón anterior "la democracia paritaria pasa necesariamente por la revisión de la masculinidad patriarcal y por un proceso de transformación socio-cultural " ¿A qué suena eso de revisión de la masculinidad y transformación sociocultural? A mí esto me suena un poco a chino, diría que a chino maoísta. Y en cuanto a lo de tanto argumentar para concluir que los hombres tenemos género, eso es simplemente una perogrullada.

    Arturo

    ResponderEliminar