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02 noviembre, 2007

De nuevo, ¿viejo?, malas nuevas sobre educación

El País de hoy recoge la siguiente noticia: http://www.elpais.com/articulo/sociedad/repetidores/multiplican/elpepusoc/20071102elpepisoc_1/Tes
en la que una vez más se nos recuerda lo mal que está la educación en nuestro país y, como no podía ser de otro modo, la diferente suerte de chicos y chicas. Lamentablemente creo que se siguen enfocando mal las causas de este inapelable fracaso que el Ministerio parece olvidar que existe, pero su análisis, aunque creo que ya lo he abordado al menos parcialmente en otras entradas, lo dejo para otro momento. Sólo apuntar aquí que tengo la impresión de que se están obviando las razones de género, como por otro lado es la norma cuando quien sale perjudicado en una comparación es el varón.

4 comentarios:

  1. Anónimo8:30 p. m.

    No te preocupes, Emilio. Para algo está la ley de igualdad. Por muy ignorantes que sean los hombres del mañana tendrán asegurada su cuota...

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  2. Anónimo9:27 p. m.

    Aquí tienes otro blog de alguien que también piensa que son los varones los que están discriminados en muchos aspectos:
    cadaunoensucasa.blogspot.com

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  3. Un enlace de calidad. En este blog hay discusiones "con fundamento" aplicables al feminismo de todos los países:

    http://www.feministcritics.org/blog/2007/11/09/sifting-through-the-feminist-sand-castle/

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  4. Anónimo5:25 p. m.

    Este verano he descubierto que, en Alemania, con sólo diez años los alumnos son clasificados en tres grupos: los que se destinan a la educación universitaria (y estudian en el Gymnasium), los que se destinan a ser cuadros técnicos (y estudian en la "Realschule")y, en fin, los que se destinan al pelotón de los torpes (Hauptschule).

    No hace falta saber mucha teoría "de género" para comprender que, dada la más lenta maduración de los alumnos varones, el sistema lanza a éstos a los niveles inferiores, en tanto que favorece la promoción de las chicas. Existen, es cierto, "pasarelas" de un sistema a otro..., en torno a los catorce años, una de las edades donde la diferencia de madurez mental entre sexos es más crítica. No es sorprendente, claro, que casi sólo sean chicas las que estén en condiciones de recurrir a ellas.

    Estas observaciones, por cierto, se las debo a una profesora de secundaria alemana: ella, viendo el sistema desde dentro, había tomado buena nota de que sus hijos (ambos, ay, varones) tenían muchas cosas en contra: sólo iban al Gymnasium los varoncitos que habían madurado precozmente o aquellos que tenían unos apoyos familiares muy fuertes.

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