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15 diciembre, 2009

Una gota en el océano

Recientemente una de mis entradas llevaba el título de: Algo está cambiando. Parece que es así, al menos a nivel de la prensa. Primero El País y ahora El Mundo hacen amago de corregir un rumbo excesivamente profeminista que los estaba alejando no sólo de los hombres también de la realidad, y comienzan de modo diferente en cada uno de los casos a dar cabida a la crítica del fundamentalismo feminista.

De lo que ya no estoy seguro es que todo esto no responda más que a una circunstancia coyuntural que cesará cuando, como al parecer sucede en Público, alguien dé la orden de que se acabó la disidencia y establezca la necesidad de volver a los cauces establecidos evitando cualquier cuestionamiento o crítica del feminismo institucional.

Si pensamos que esta apertura a la crítica no existía hace muy poco tiempo, el hecho de que ahora suceda parece un paso adelante; pero cuando nos damos cuenta de la inmensidad de medios del feminismo institucional para contrarrestar todo esto, uno no puede evitar la sensación de que nada ha cambiado porque haría falta multiplicar muchas veces su tamaño para no dejar de ser una pequeña gota en el océano del pensamiento único feminista.

P.D. viñeta de Erlich

4 comentarios:

  1. Hola Emilio.
    Permíteme que te meta un off topic aunque, pensándolo bien, quizás no lo sea tanto.
    He entrado en Google, he puesto 'turismo sexual femenino', y me he llevado una muy grata sorpresa: lo primero que aparece es la Wikipedia.
    Si lo leeis es ¿otra gota en el océano? O quizás algo más, ya que hablamos de Wikipedia.
    En la propia Wiki no aparecen como Teresas de Calcuta, sino más bien todo lo contrario.
    Lo dicho. Otra gota.
    Abrazos a todos y a todas.

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  2. Antes de nada bienvenido Balen.

    Curiosamente poco antes de leer tu comentario había escrito este párrafo en una entrada sobre Feminismo y poder que espero colgar pronto:

    No tocaré de nuevo el tema de la prostitución dada la hipocresía mostrada hasta el momento por este feminismo para el que constituye una forma de esclavitud, pero luego se olvida y oculta tanto la prostitución de lujo como la masculina y pretenden que no existen. Tampoco mentaré los oídos sordos que prestan a esas mujeres famosas que alardean de sus experiencias con el sexo pagado. Por no mencionar a las mujeres pantera de las que habló en su momento Elvira Lindo o ese turismo sexual de mujeres europeas a ciertos países africanos.

    Observo que mi información era bastante incompleta y que estaba tan cerca como Wikipedia el encontrarla.
    Un saludo y bienvenido

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  3. Anónimo8:45 p. m.

    Volviendo a la cuestión de si los medios están o no dispuestos a replantearse sus "políticas de género", la verdad es que aún estamos muy lejos de poder echar las campanas al vuelo.

    En el diario "El País", desde luego, creo que tras el artículo de Lynch, y tras el revuelo producido por el caso de Diego Pastrana, ha habido una consigna clara de que había que regresar inmediatamente a la ortodoxia feminista: a los pocos días otros medios recogían una noticia del mismo tenor (el caso del padre acusado por su "ex" de violar a su hija --¡de dos años!-- cuando lo único que ésta tenía eran lombrices), pero tal noticia no mereció ni una línea en "El País". Por lo demás, el viraje de Maruja Torres es significativo (ella sabe muy bien que todo lo que es se lo debe a "El País", y no se atrevería jamás a desplazarse ni un milímetro de lo que crea que es la voluntad de quien mande: su visceral crítica a Lynch sólo se puede entender como una necesidad inmediata de quedar bien delante de las jefas después de la columna anterior que podía ser entendida como una veladísima crítica al lema "de todos los hombres que haya en mi vida ninguno será más que yo").

    Por lo demás, y cuestiones ideológicas al margen, los medios de comunicación no tienen otro objetivo real que servir de plataforma a los anunciantes, y los anunciantes saben que el 85% de las decisiones de compra son tomadas por mujeres. Así pues, el "share" más apreciado es el femnino, y los periodistas, más o menos conscientemente, no dudan en adular a las mujeres y en reforzar todos sus prejuicios (vosotras sois más inteligentes, más trabajadoras, más sensibles, más justas, más sacrificadas, etc. etc.). Esto es en gran medida válido para la prensa escrita, pero, sobre todo, es una "ley de hierro" de los medios audiovisuales: los prensa escrita y "seria" sigue teniendo un público más masculino que femenino, pero la radio y, sobre todo, la televisión están enfocadas esencialmente a las mujeres.

    (athini_glaucopis)

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  4. Estando de acuerdo contigo en que fácilmente puede girar las tornas y la prensa es fácil que recupere el camino que le marca el feminismo institucional ya que hay muchos intereses económicos, políticos e ideológicos en juego, te diría que tampoco hay por que fijarse exclusivamente en las mujeres.

    A mi modo de ver, en el diario El País hay más de un hombre sosteniendo posiciones más fundamentalistas en este terreno que las propias mujeres, aspecto éste que no debemos olvidar. Tú posición en relación con el peso de los anunciantes y sobre el papel de Maruja Torres admite algún matiz.

    De hecho y a mi modo de entender esta breve apertura hacia la crítica al feminismo institucional tiene que ver conque primero El País observó ese distanciamiento de los lectores y El Mundo le siguió la cuerda al descubrir que una polémica sobre el género puede movilizar a un número importante de lectores de periódicos.

    A mí me preocupa más sin embargo el hecho de que seamos capaces de obligar a los medios a mantener esa puerta a la crítica al género abierta y eso exige que nos hagamos notar y dejemos claro cómo nos gustaría que se abordasen estas cosas desde la prensa. Y para que eso llegue a suceder hace falta que los espacios en que nos movemos adquieran una visibilidad y un peso que por el momento no tienen.

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