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03 febrero, 2012

Educación primaria


“Los investigadores han mostrado que el modo en que juega el padre con su hijo hace que el niño sea más curioso y mejore su capacidad de aprendizaje. En comparación con los juegos de la madre, los del padre son más físicos y bulliciosos. Los investigadores han observado que el juego paterno es más creativo e impredecible y, por tanto, más estimulante.” Louann Brizendine, El cerebro masculino,  2011, pág. 114

“Es totalmente necesario adaptar la escuela y masculinizar el cuerpo docente, sobre todo en infantil y primaria, ya que casi todo el personal es femenino. Es más mixto el cuerpo docente en secundaria, pero, en ese momento, desgraciadamente para los chicos, la selección ya está hecha. Personalmente, defiendo una  verdadera paridad del personal en la Educación nacional, y no solamente de los profesores. Si no hacemos esta revolución, si no reintroducimos a los hombres en la escuela, corremos hacia la catástrofe.” Stéphane Clerget en una entrevista concedida a Sophie Roquelle para Le Figaro magazine, del 20 de agosto de  2011 

Solo es una intuición pero tengo la impresión de que sin cambiar nada más, una composición más equilibrada de las plantillas de profesores en Primaria e Infantil, reducirían la brecha de género que actualmente existe en nuestra escuela y que si bien se repite en un amplio número de países aquí lo hace con especial intensidad. En cualquier caso son las etapas, particularmente Primaria, en las que se gestan buena parte de las capacidades que luego mostrará el alumno en posteriores momentos de su carrera de estudiante, tanto en lo positivo, alumnos que terminarán destacando, como en lo negativo, ya que es aquí donde comienza a tomar forma el posterior fracaso escolar.

Esta situación no es exclusiva de nuestro sistema educativo. En muchos otros países del mundo occidental sucede algo parecido, aunque aquí siempre parece que seamos más capaces de alcanzar récords negativos. Para el caso francés el profesor Alain Bentolila autor de: Le verbe contra la barbarie. Apprende a nos enfants à vivre ensemble,  lamenta que ya no exista la primaria de antes cuando para acceder a la secundaria el alumno tenía que pasar un examen, lo que era garantía a la vez de que los maestros impartían lo programado para esa etapa y los alumnos, por su parte,  estaban obligados a estudiarlo.

Conviene por tanto reformular en profundidad las etapas de infantil y primaria a efectos de mejorar el rendimiento de los alumnos en una etapa crucial para todo el desarrollo académico posterior.  Debiera ser objetivo absolutamente prioritario de esta etapa, que los alumnos la acabasen interpretando correctamente los textos que leen, un nivel aceptable de cálculo y matemáticas, a lo que habría que añadir cierto dominio de técnicas de estudio. Parece haber bastante unanimidad entre los expertos que no temen cuestionar el modelo actualmente vigente, tanto en el diagnóstico como en la propuesta de superación, pero finalmente siempre resulta que esta importantísima  tarea  no se aborda.

Convendría también estar atento a la realidad de los sexos ya que, se quiera o no, niños y niñas, y esto siempre por término medio,  no maduran psicológicamente al mismo ritmo, ni muestran la misma predisposición y aptitudes, ni tan siquiera aprenden de la misma forma, lo que necesariamente la escuela no puede obviar. Como ya recogí en otra entrada, Louann Brizendine en la obra citada dice a este respecto que: “Aunque parezca contradictorio los niños inquietos aprenden más que los tranquilos ya que se les estimulan las células cerebrales y los músculos (al contrario que  las niñas que necesitan concentración y tranquilidad), algo que deberían tener en cuenta los profesores.”

No se propone por tanto una educación por géneros, puesto que estos no existen más que estadísticamente, pero que no se proponga tal cosa no significa que la escuela pueda hacer tabla rasa de estas diferencias e interpretar que la diferenciación sexual es capricho, o una mera construcción cultural de la que se puede prescindir o corregir a voluntad. La atención será para cada grupo y dentro de éste para cada alumno, pero lo que convendría desterrar es la idea de que lo normal sea un desarrollo por igual en todos porque no es así y en consecuencia arbitrar medidas que, siendo el tratamiento individual, corrijan tanto las dificultades de lectoescritura -más presentes en el colectivo de chicos-, como las deficiencias en ciencias y matemáticas -observadas mayoritariamente entre las chicas- y, en ambos, todo lo relacionado con las técnicas de estudio. Por supuesto habrá que establecer para esta etapa las evaluaciones precisas que permitan conocer periódicamente los resultados de la misma: lo que va bien y lo que no funciona. 

Ni que decir tiene que,  ahora que se está replanteando la formación de los maestros como piezas esenciales de una buena escuela, la Administración debiera hacer todos los esfuerzos en su mano para potenciar unas plantillas más compensadas por sexo. No es bueno para la educación ni para la sociedad no poner coto al constante distanciamiento entre la figura masculina y los niños. En la educación se trasmiten muchos aspectos formales, pero también muchos otros que no lo son y algunos tienen que ver con el género de quien enseña. Estoy convencido de que todos saldríamos ganando. 

5 comentarios:

  1. Anónimo8:48 p. m.

    Creo que me repito, pero opino que la educación es, quizás, el único terreno laboral donde sí se justificarían políticas de quilibrio entre sexos (o géneros en políticamente correcto)porque como acabas de exponer, el sexo del profesional es relevante, al menos en la educación de niños y jóvenes, que deben estar expuestos a ambas influencias. Tampoco vale que los varones enseñen a los niños y las mujeres a las niñas.

    España 3º puesto en repetidores
    http://www.cop.es/infocop/pdf/2018.pdf

    Arturo

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    1. En relación con los repetidores lo más dramático es que además el hecho de repetir no sirve para nada y después de un proceso de ese tipo el alumno sigue igual de poco formado y con la autoestima más baja. A los alumnos con dificultades hay que detectarlos antes de que fracasen y atenderlos a lo largo del curso sin esperar a que suspendan y entren ese círculo del que luego tan difícil resulta salir.

      La educación no sólo suministra contenidos formativos de tipo académico,también constituye, incluso cuando no se lo propone, un instrumento de socialización de primera magnitud. Esa es la gran cuestión que la escuela no puede olvidar, particularmente si tenemos en cuenta la edad de los alumnos. No se puede pretender socializar limitando ésta al contacto con la figura femenina, máxime si además tenemos en cuenta que en casa muchas veces el padre tampoco está.

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  2. En el preámbulo de de la ley que sancionaba la EpC, se podía leer: "... Tres son los principios fundamentales que presiden esta Ley. El primero consiste en la exigencia de proporcionar una educación de calidad a todos los ciudadanos de ambos sexos, en todos los niveles del sistema educativo...".

    Simplemente, con haberla cumplido, sobre todo en el ámbito de Primaria, se hubiera podido empezar a recortar el gap de género al que aludes en esta entrada.

    (La ley completa: http://www.boe.es/boe/dias/2006/05/04/pdfs/A17158-17207.pdf)

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  3. Según publica hoy El País, un experimento prueba la eficacia de la discriminación positiva. Dice: “Los investigadores parten de la realidad de la inferior presencia de mujeres en los altos puestos de responsabilidad social y económica, pese a que el nivel educativo de ellas ya es superior al de los hombres en la mayoría de los países desarrollados, y se centran en la menor competitividad de ellas como una causa clave”. Nótese que el gap educativo de género, como siempre, no es motivo de alarma. Añade: “Algunos estudios han mostrado, señalan, que las mujeres son menos competitivas que los hombres (ellos rinden mejor en entornos de competencia y ellas a menudo abandonan aunque estén igualmente cualificadas), lo que explicaría que las mujeres tengan menos posibilidades de promoción y, en consecuencia, salarios más bajos”. Si los varones rinden mejor en entornos de competencia, ¿por qué desde Primaria se les condiciona a seguir pautas de aprendizaje y comportamientos que inhiben esa competitividad?. Por otra parte, si el fracaso escolar masculino es bastante superior al femenino (como señalan diferentes estudios mencionados en este blog, ese fracaso se cimenta en Primaria) a la hora de acceder a determionados puestos en la edad adulta, ¿debe seguir siendo discriminado de manera negativa a favor de potenciar la competitividad en el sexo femenino, que a esas alturas ya ha llegado sobradamente preparado con relación al varón?.

    En cualquier caso, existen otros estudios que demuestras que en el país originario de este tipo de políticas discriminatorias, EE.UU, al final el avance de las minorías se produjo por políticas educativas ligadas a aspectos meritocráticos y no de cuotas. Un alto porcentaje de estudiantes que entraban en la universidades por políticas de cuota, terminaban abandonando los estudios por falta de preparación previa. Parafraseando aquel slogan político. “es la Primaria, estúpido”.

    El artículo de El País: http://sociedad.elpais.com/sociedad/2012/02/03/actualidad/1328299261_820254.html

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    1. En mi opinión el sexismo de estos "experimentos" solo es comparable a la desidía un poco irresponsable de tanto varón que ante cosas como ésta pretende que no va con él, y ya sabemos que el establishment, y ahí van incluidos tanto varones como mujeres, están por estas políticas, porque quienes verdaderamente las sufren son los sectores más indefensos de la sociedad.

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