Escribía ayer Fernando Vallespín un artículo en El País con un subtítulo tan rotundo como: “El conflicto de Cataluña destila un fuerte tufo a masculinismo político primario”, en el que como parece signo de los tiempos no podía faltar una apelación a la ausencia de empatía en un párrafo como éste: “Falta sutileza, empatía, voluntad para el entendimiento. Y sobra chulería, “astucia” y estrategia sectaria.”
Pocos días antes Pdro Snchez había declarado: “Ha
faltado afecto hacia Cataluña” y desde siempre es mensaje del nacionalismo
catalán señalar la desafección de sus conciudadanos hacía España por el trato que reciben.
Ahora Pablo Iglesias sitúa al miedo en un lugar muy destacado y como uno de los mensajes
que quiere hacer llegar a la sociedad, resaltando que quienes le apoyan deben
dejar de tenerlo porque son los otros quienes han comenzado a experimentarlo.
Me da la impresión de que no existe país en el
mundo en el que tantos y tan importantes asuntos públicos se mueven en el campo
de las emociones y que una tal sobredosis de la misma seguramente sea el
principal obstáculo para comenzar a entenderlos y manejarlos.
Al contrario de lo que piensa Vallespin lo que a mí
me parece primario es la emoción y el sentimiento, especialmente si se pretende
hacer de ellos guía social, y que mal
vamos si la materia prima de las emociones y los sentimientos no la acompañamos
de un esfuerzo de racionalidad y objetivación de los problemas.
Los ciudadanos no estamos obligados a querernos, y él mismo nos da la primera prueba con su artículo. Debiera ser suficiente
con respetarnos como personas y respetar las reglas. Parece menos, pero es
mucho más, porque permite un terreno común de juego.
Me admira eso del "masculinismo político primario". Parece que el articulista quería decir "machismo", però se confundió de termino, tal vez porque no sabe que hay un movimiento social llamado "masculinismo" y cree (como, por otra parte, la propaganda feminista induce a creer) que "masculinismo" y "machismo" son la misma cosa.
ResponderEliminarPues eso, ahora tenemos un masculinismo político primario que atufa.
Jeipi
Vivimos tiempos de lo políticamente correcto, en los que, ay del que ose decir algo que suene levemente ofensivo de multitud de colectivos, en particular el de las mujeres, y sea que se refiera a unos comportamientos particulares o no, porque seguro que se acabará desatando una condena sin paliativos de quienes lo hagan, y da igual que sean estos los mejores tenistas o la empresa que paga el anuncio de turno.
ResponderEliminarEn cuanto a la figura masculina, sin embargo, es libre el despotricar y en mi opinión eso es lo que hace Vallespín. Como necesita posicionarse en una tercera vía acusa a Rajoy y Más de una masculinidad que atufa (imagínate su reacción si cualquiera hiciese algo parecido pero referido al feminismo o la feminidad) y aquí nadie ha faltado a nadie, ni tan siquiera a la mas mínima exigencia intelectual de no aplicar el mismo calificativo para comportamientos personales y políticos que se contraponen radicalmente.