A la defensora de la igualdad de El Periódico de Cataluña el rescate de los mineros chilenos le sugiere un artículo sobre la ética del cuidado y las mujeres. Es una forma de verlo.
A Forges la declaración de simpatía de Esperanza Aguirre hacia el Tea Party le sugiere una viñeta en la que, por parte española, ya sólo hay varones en actitud fascista. Es una forma de verlo.
El pensamiento oficial y de lo políticamente correcto pretende que la única violencia doméstica y de pareja de la que se debe hablar es la violencia que tiene como víctimas a las mujeres. Es una forma de verlo.
Es una forma de ver, pero también una forma de oscurecer, de invisibilizar aquello de lo que no se habla, de esconder el lado que no gusta del mundo y de las cosas.
Si en una ocasión que se puede recordar el duro trabajo desarrollado por los hombres se convierte en un recordatorio más de los esfuerzos de la mujer, escaso servicio se está prestando a la causa de la igualdad; sería incluso comprensible el entronque entre los trabajos del uno y la otra, pero no, el rescate de los mineros y la lluvia sólo conduce hacia ellas.
Cabría incluso preguntarse si la ética del cuidado sería posible sin alguien que trajese el sustento a casa, si para un análisis completo de ésta ética, no habría que partir de quienes sustentan la labor de las cuidadoras; si sería posible el cuidado que dispensan a los suyos esas mujeres que esperan la salida de sus maridos, compañeros, parientes o amigos del fondo de la mina sin el trabajo de éstos.
La viñeta de Forges es una forma de leer las declaraciones de Esperanza Aguirre de un modo bien singular. Ya sucediera algo parecido cuando un grupo de mujeres increparon con los peores insultos y palabros al socialista Pedro Zerolo a las puertas del Ayuntamiento de Madrid, y Juan José Millás escribió una columna en la que, como por arte de birlibirloque, dichas señoras se transformaban del siguiente modo: “tres hombres disfrazados de mujeres, tres travestidos maduros y gordos con un dedo de maquillaje sobre la recia barba y abundantes joyas que desviaban la atención del bigote.”
En relación con la segregación por género de la violencia, sucede lo que ya sucedió en muchísimas otras ocasiones, que quien la hace considera que sus razones para hacerlo son las buenas, que lo suyo no tiene nada que ver con otras segregaciones, que al no ser sus motivos la raza, la religión, o la condición social no está incurriendo en el mismo error de sus predecesores, que su segregación es la correcta, aunque el motivo no vaya más allá del sexo y la suya represente una división del género humano tan injusta e injustificada como cualquier otra.
Hoy el magazine de El Mundo, sale una mujer caracterizada de vaca, con un niño en sus brazos. Se titula el artículo "Madre o vaca". Se refiere a los beneficios de la lactancia materna, aunque recogiendo voces como la de Lidia Falcón, que atribuye a estos estudios el deseo patriarcal de que las mujeres vuelvan a casa. Señala tan pancha que en los países dónde se inventó la leche maternizada, EEUU o Suecia, los hijos crecen robustos y altos, mientras que en África, en los que se amamanta masivamente, crecen enclenques. Un comentario que por su falacia se describe solo. Pero al leerlo me ha venido a la mente que las feministas que rechazan a la "madre vaca", aceptan e incluso aplauden al semental donante de semen. Les encanta ordeñarle para que las lesbianas puedan "realizarse en la maternidad" o las madres hetero engendrar sin el engorro de soportar a un animal de compañía. Por cierto, ¿cómo se califica a las madres que donan sus óvulos y úteros a los gays para que estos puedan explorar el "milagro de la paternidad"?.
ResponderEliminarEn fin, formas de verlo, como bien dices.
Joér, Emilio, qué olfato tienes para detectar excesos femifascistas.
ResponderEliminarLo de la defensora del ¿lector o lectora? de El Periódico es de traca. Lo de los mineros chilenos es lo que los periodistas llaman una percha para hablar de lo que a ella le sale del coño.
[Una digresión, para mí muy importante. Cuando me estaba divorciando, le dije a mi ex-mujer: "O sea, todo hay que hacerlo como a ti te salga del coño" Y me contestó: "Si vuelves a usar la palabra coño, te denuncio por violencia de género"
Lo de Forges no tiene remedio. Está abducido o subvencionado. Pero en el programa de RNE1 en el que él participa, ayer se dieron cuenta de las aberraciones del lenguaje feminazi cuando no tuvieron más remedio que reírse cuando alguien dijo: "todos y todas las personas que..."
Juanmaria, para mi gusto sobra algún coño, ya que como podrás comprobar releyéndote no añade nada a tu argumentación.
ResponderEliminarCreo que no se trata de olfato, repasando la prensa cada día se pueden escribir varias entradas como ésta. Evidentemente no seré yo quien lo haga aunque sólo sea porque supone un tiempo del que no dispongo.
El artículo que comenté de El Mundo ha causado indignación. Interesante la carta que le han enviado a Pedro J.
ResponderEliminarhttp://www.periodistadigital.com/periodismo/prensa/2010/10/18/magazine-elmundo-lactancia-vacas-madres-prensa.shtml?utm_campaign=Boletin+PD+19/10/10&utm_medium=email&utm_source=jetmails.com
No sé si esto se podrá considerar dos formas de verlo, pero la verdad tiene muy mala pinta.
ResponderEliminarhttp://elprogreso.galiciae.com/nova/65273.html
Alberto