He leído “El mundo de las mujeres”, de Alain Touraine y aún cuando la perspectiva del libro tiene poco que ver con la que yo adopto en esta bitácora -en el sentido de que la suya es más la de un notario que levanta acta de lo expresado por dos grupos de mujeres- merece la pena algún comentario, si tenemos en cuenta que, aún cuando el método y la perspectiva con la que aborda el estudio están muy fuertemente limitados, representa uno, sino el primer intento de penetración por parte de un intelectual de la élite europea en un santuario hasta el presente reservado a las mujeres.
Y digo que son limitados ya que, según su autor, “Este libro se fundamenta en primer lugar en una investigación, realizada a partir de entrevistas y grupos de discusión, primero entre mujeres de distinto orígenes y pertenencia (a las que incorporamos algunos hombres) y, en una segunda fase, entre mujeres de origen musulmán”, eso en lo que se refiere al método; en cuanto a los resultados: “Quiero en primer lugar mostrar que las mujeres están creando una nueva cultura y, acto seguido, definir la naturaleza histórica y social de este profundo cambio cultural.”
Y es más importante si cabe ya que resulta difícilmente entendible cómo en sociedades como las nuestras existe una parcela y, ¡qué parcela!- de la vida social que se pretende exclusiva de uno de los sexos y por eso el autor se ve obligado a decir: “En mi condición de hombre, no me habría atrevido a escribir un libro que trata directamente de mujeres, de sus actitudes y de sus experiencias. No porque crea que solamente lo mismo puede estudiar a lo mismo, lo cual sería absurdo, sino porque me oriento peor que una mujer en este universo femenino tan profusamente estudiado”
En cualquier caso a lo largo del libro encontramos párrafos como los que siguen:
“.. la seducción es buena cuando es un juego y yo llevo la iniciativa; es odiosa si es el hombre el que intenta seducirme”. (pág. 118)
“Hay que añadir que en ningún caso cabe considerar accesible la igualdad perfecta entre hombres y mujeres, siquiera suponiendo que las actuales diferencias de remuneración y de carrera llegaran a suprimirse. Las mujeres son conscientes de que mantienen una relación privilegiada con los hijos, cuya existencia les confiere un poder al que no renunciarían por nada del mundo, aunque los hombres compartieran las tareas de la casa con ellas, incluyendo el cuidado de los niños.” (pág. 139)
Tengo la pequeña satisfacción de que algunas de las tesis centrales sostenidas en esta bitácora están respaldadas por el autor, por ejemplo, al hablar de la conciencia de género que aquí señalamos como rasgo importante y distintivo de la situación actual el autor habla de “la fuerte autoconciencia femenina” como también cuando niega esa imagen de la mujer como víctima desvalida tan querida por el feminismo de género señalando más bien el importante poder femenino, o el hecho de reconocer que la lucha por la igualdad está situada un segundo plano de sus preocupaciones, y muchas cosas más. En suma que se comparta o no el punto de vista del autor entre sus 220 páginas se encuentran elementos suficientes como para dar pie a un interesante debate al que yo os animo.
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