Un feminismo institucional, el que considera al hombre como el responsable único de cuanto de malo hay en el mundo y que se propone cambiar la masculinidad; el que niega el derecho a un divorcio justo y la custodia compartida de los hijos; el que se ha propuesto destrozar el diccionario con sus: miembras, feminarios y jóvenas; el de las bibliotecas de mujeres; ese que dice que la historia de la humanidad es la historia de un varón azotando y maltratando a una mujer; se propone, al igual que sucedió en otras tres ocasiones, realizar de nuevo una encuesta sobre la violencia de pareja.
Y nada habría que objetar a tal propósito si la intención fuese detectar los protagonistas y las formas de ejercerla: mediante la fuerza física o la presión psicológica, la amenaza abierta o el chantaje velado, por hombres y mujeres o por mujeres y hombres, de tal modo que alcanzásemos a tener una imagen, lo más objetiva y próxima a la realidad, de un fenómeno que, por producirse mayoritariamente en el ámbito privado, no es posible conocer de forma directa.
Pero, al igual que en las tres encuestas previas, el objetivo no parece éste, pues de entrada se excluye al varón; es decir, de antemano se nos dice que sólo hay una posible víctima y un único verdugo, unos seres a quien proteger (ellas) y otros seres a quien castigar (ellos), en una construcción de la realidad no sólo falaz y mentirosa, también interesada. Pretenden engañarnos diciendo que se puede conocer de la disputa entre dos personas pulsando la opinión de sólo una de ellas.
Por eso debemos decir: no, a que se siga alimentando una ideología de género que nada bueno ha aportado a la sociedad; no, a engordar una guerra de sexos basada en el maniqueísmo de buenas y malos; no, al uso de los presupuestos del Estado para elaborar una encuesta no sólo acientífica, también segregadora y sexista; no, a una encuesta que va contra cualquier forma de entender la igualdad y la equidad entre la mujer y el hombre. Y por lo mismo, decir sí, a una encuesta que no presuponga que la violencia entre el hombre y la mujer es unidireccional y sí en los dos sentidos y que, en consecuencia, se pase a todos.
POR LA IGUALDAD, POR LA EQUIDAD, CONTRA LA SEGREGACIÓN Y EL SEXISMO, DIGAMOS SI A UNA ENCUESTA A HOMBRES Y MUJERES.
Creo que en el párrafo inicial, donde dice "hay en el mundo y se propone cambiar la masculinidad" quedaría mejor decir "hay en el mundo, y que se propone cambiar la masculinidad".
ResponderEliminarEn el segundo párrafo se debería aludir también a las personas de orientación homosexual, pues presumiblemente también se da entre ellas situaciones de maltrato. Por eso, se puede añadir a "la amenaza abierta o el chantaje velado, por hombres y mujeres o por mujeres y hombres," un "independientemente de su orientación sexual".
Un saludo
José Perera
He tenido en cuenta tu primera sugerencia, no así la segunda porque si observas en ningún momento se hace referencia a la orientación sexual de nadie, sino exclusivamente al sexo y porque el texto ya ha comenzado a rebotarse en su forma actual y creo que sería bueno por tanto no seguir realizando cambios.
ResponderEliminarEn cualquier caso observa que otro de los aspectos del manifiesto es centrarse en las personas más allá de cualquier otra consideración, y ahí estaríamos todos, al margen de la orientación sexual, incluso del sexo.
Ahora me parece que lo importante es que le demos el máximo de difusión.
Un saludo