La última vez que me referí a este asunto fue el 17 de abril en la entrada: Huida hacia adelante, ya que también en aquel momento el Ministerio de Igualdad y el señor Lorente habían salido a la palestra pública como consecuencia de un repunte del número de víctimas de la llamada violencia de género, justamente para señalar cómo, lo que en aquel momento se proponía: la publicación de la lista de maltratadores, constituía un completo sinsentido.
Por cierto nada se ha vuelto a saber del tema, quizá porque lo único que se pretendía era decir algo y salir del paso en un tema, que se ha emponzoñado de ideología sin más fundamento que la palabra de quien la sostiene y, según el cual toda esta violencia sucede por el afán de dominio del hombre sobre la mujer.
De nuevo se ha producido otro repunte y de nuevo el señor Lorente se considera en la obligación de salir ante los medios a decir algo, pero esta vez ya no es para hablar de pulseras o de listas, sino para descubrir que en este asunto puede estar teniendo un papel relevante el efecto imitación.
Y aquí las pulsaciones se me suben porque si así fuera lo primero que habría que señalar es la irresponsabilidad de los redactores y gestores de la actual Ley contra la violencia, pues si por algo se ha caracterizado lo sucedido desde su promulgación es por el énfasis puesto en dar a estas noticias el máximo de publicidad y aireación.
Que ahora sus máximos valedores nos hablen del efecto imitación constata no sólo que este tema no se está gestionando bien, sino que falta, por parte de los especialistas vinculados a esta problemática y los medios de comunicación, la crítica profesional y política necesaria, para exigir de quien tiene en sus manos asuntos tan delicados, algo más de coherencia y pericia en lo que hace y lo que dice pues lo que está en juego son vidas humanas.
No puede ser que quien, cuando asumió el cargo de Delegado del Gobierno para la violencia de género, hablase de poner en marcha un método científico para acabar con esta violencia, venga a descubrir después de cinco años de vigencia de la Ley que existe un efecto imitación al que se hace necesario prestar atención…
Y hago esta crítica aunque sé que, de seguir su criterio, quien contradice su discurso se sitúa del lado de los que justifican tal violencia, y quien argumenta contra sus dogmas incentiva al maltratador porque, al mismo tiempo, no puedo ver en esas palabras más que la cobardía moral de quien pretende justificar su ineficacia poniendo una mordaza a todos.
Yo también me dí cuenta de esta contradicción cuando le escuché hablar sobre el "efecto imitación". El discurso de "machismo patriarcal inherente a la naturaleza del hombre" causante de la llamada violencia de género se empieza a diluir como un azucarillo. También han reculado con lo de la custodia compartida, que ahora, por lo menos, y con los matices que ya has señalado en otra entrada, les parece una solución "solidaria" (aunque el feminismo radical que les ha apoyado sigue vociferando contra la custodia compartida).
ResponderEliminarAquí, matándonos
ResponderEliminar08.06.10 - 02:47 - LORENZO SILVA
Siete homicidios en siete días. Cinco mujeres más que caen a manos de los hombres con los que en mala hora decidieron un día compartir un pedazo de sus vidas. Un hombre apuñalado en Getafe por su compañera sentimental. Sobre él se precisa, uno no sabe si como para justificarlo, que tenía antecedentes por malos tratos. Uno supone que lo relevante, tenga el tipo los antecedentes que tuviera, es si la puñalada tiene indicios de haberse producido o no en legítima defensa, porque la pena de muerte está abolida en nuestro país, pero quizá uno está equivocado. Y por último, una anciana casi octogenaria acuchillada repetidamente en su casa de Sevilla por un jovenzuelo de 23 años que volvía a las 10 de la mañana de marcha. Drogado, dice.
Semejante acumulación de muertes violentas, extramuros de lo que puede considerarse la criminalidad más o menos profesional (en la que el homicidio puede ser gaje del oficio), da que pensar y algunos intentan explicarlo. Sobre todo la parte más incómoda para esta sociedad, por el especial bochorno y la frustración que debería producirnos a todos: lo de esas cinco mujeres muertas a manos de sus parejas o ex parejas. El responsable gubernamental lo achaca al efecto imitación y a la abyecta teoría de las denuncias falsas. Para lo primero aduce un estudio de una universidad, para lo otro no parece contar más que con su intuición. Uno supone que es un mal trago tener que dar cuenta del poco éxito de una ley penal excepcional presentada como la gran panacea, y que está aumentando la población reclusa en nuestras prisiones pero no logra reducir el número de muertes: 32 en lo que va de año. Sí, todo un apuro. Pero quizá el responsable en cuestión debería meditar antes de lanzar esas teorías sobre nexos causales cuando menos pintorescos. Lo cierto es que de esas 32 mujeres, sólo seis habían denunciado algo antes de ser asesinadas. El Gobierno las vuelve a culpar a ellas, por su pereza, y a sus familiares, por su cobardía. ¿Han pensado que no siempre hay algo previo que denunciar? ¿O que pueda haber mujeres que se piensen demasiado el paso de la denuncia por la dureza de la respuesta legal que van a desatar?
Educa a los niños y no tendrás que castigar a los hombres, se solía decir. La violencia latente en la sociedad tiene mucho que ver con la deficiente educación (sobre todo emocional) de nuestra población. Demasiados individuos (y alguna individua) no conciben otra salida a su malestar que arremeter contra el prójimo, cuya integridad vale cada día menos para los narcisistas incontrolados que proliferan entre nosotros. Frente a ello, no se nos ocurre nada más que la publicidad y, cuando ésta falla, la cárcel. La reforma de la educación, ni está, ni se la espera.
O quién sabe. Lo mismo la culpa es del calor.
http://www.diariovasco.com/v/20100608/opinion/articulos-opinion/aqui-matandonos-20100608.html
Interesante opinión sobre el tema
ResponderEliminarhttp://www.lavozdegalicia.es/opinion/2010/06/10/0003_8539822.htm
Alberto
Además de estas contradicciones que señalais de Lorente, huyendo hacia adelante y atrás, ha subrayado otra propuesta: que denuncie el entorno y la familia cuando intuya algo. No es nuevo que desde el poder político se incite a las familias a denunciarse ante los peligros apocalipticos con los que los mismos políticos tratan de justificar su puestos de poder. Recuerdo una película (se me olvidó el título) sobre el cámara que a Stalin le proyectaba su cine privado, un ingenuo bonachón y devoto del gran lider. Hay un momento que uno de seguridad le pregunta como es que todavía no ha denunciado a nadie (por la paranoia de los anti-revolucionarios), y se ve como incitan a los niños a denunciar a los padres. Después los llevan al orfanato, y allí les dan premios por su patritismo. Me acuerdo también del momento de desconcierto que sufrieron en EEUU cuando cayó la URSS y se tambaleó la justificación de su complejo militar-industrial. Bush padre declaró como "enemigo" de los USA a "la droga" (todavía no había surgido el islamismo radical). Por ahí había justificado la invasión de Panamá contra Noriega. Después de un discurso solemne por la TV contra ese enemigo algunos hijos denunciaron a sus propios padres por tener cocaína y fueron mandados a la cárcel.
ResponderEliminarLa inquisición también alentaba este tipo de denuncias. Cuanto más fantasmagórico es "el enemigo", más duros tienen que ser los medios para combatirlo, sean los brujos, la droga, los enemigos de la revolución o los machistas. El típico mecanismo de la profecía autocumplida. Cuanta más histeria y más miedo, mejor para los dirigentes políticos
Los postulados de la violencia de género están basados en la más pura de las ideologías, en el sentido más peyorativo de la palabra ideología, lo cuenta muy bien Elisabeth Badinter en su libro: Por mal camino, cuando habla de: Las estadísticas al servicio de una ideología.
ResponderEliminarTal como recojo en la última entrada: Macroencuesta, de nuevo se va a realizar una en nuestro país, elaborada en unas condiciones que, se escapan de cualquier criterio no ya científico sino de equidad y sentido común, y que arrojará que en torno al 10 % de la población femenina sufre maltrato. Claro, luego el número de denuncias presentadas no coincide con tal apreciación, ergo lo que sucede es que las mujeres no denuncian suficiente... Es una cadena enloquecida en la que se parte de datos falsos y luego no hay manera de cuadrar lo que sucede con lo "que tendría que suceder". Por eso quiero hacer un llamado general para parar este problema en el origen y si la Macroencuesta se ha de pasar se haga necesariamente a los dos sexos. Excluir a los hombres, es dar ya por supuesto que sólo puede haber maltratadas e iniciar de nuevo ese círculo vicioso que nos lleva una y otra vez a callejones sin salida.