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28 abril, 2011

Finlandia- España

Desde hace unos días hay un debate sobre educación aquí y entre otros se han barajado varios documentos uno de ellos éste y otro éste del que he realizado el extracto de más abajo.  Los que estéis interesados ya sabéis donde localizar un debate sobre educación y en cualquier caso los documentos son ambos muy interesantes, uno para saber más de PISA 2009 y el otro para tener una comparativa entre los sistemas educativos de España y Finlandia.  

Del trabajo de Javier Melgarejo Draper, La selección y formación del profesorado: clave para entender el excelente nivel de competencia lectora de los alumnos finlandeses,  he realizado la siguiente sinopsis, a efectos de facilitar aunque sea de modo somero una comparación entre los modelos educativos finlandés y español, por lo que en algunos ítems he añadido algún comentario que la favorezca.

-         Finlandia tiene el nivel de exigencia más alto de todos los de la OCDE para el acceso a la función docente, particularmente para el ejercicio de la misma en Primaria. España es uno de los países menos exigentes.

-          En la presentación de los resultados PISA 2009 el representante del Ministerio de educación español se  vanagloriaba de la incorporación a la red pública de la etapa 0-3 años, cifrando en ellas los esfuerzos de la Administración para afrontar los graves problemas educativos de nuestro país. En Finlandia los niños no se incorporan a la escuela hasta los 7 años, dándose además la particularidad de que son de los de la OCDE los que menos horas de instrucción tienen entre los 7-14 años.

-          La disciplina es alta, hay deberes para hacer en casa y se potencia el esfuerzo.  En contraste, en nuestro país, la disciplina no se consigue imponer, los deberes no están aconsejados y  desde hace muchos años el principal cometido de las autoridades educativas es conseguir un mayor número de aprobados a costa de lo que sea y desde luego rebajando el nivel de exigencia cada curso que pasa.

-          En Finlandia se reconoce el nivel de excelencia  y los buenos resultados de los alumnos. Se realiza mayor trabajo al dictado que en otros países. En relación con esto de la excelencia los resultados son elocuentes, mientras en el país escandinavo hay un 25 % en ese nivel, en el nuestro apenas si se llega al  5%.

-          Y ya, por añadir dos variables no de la escuela sino del entorno: en la familia hay un clima de disciplina y corresponsabilidad. Los padres finlandeses creen que la familia es más responsable que la escuela de la educación de los hijos.

-          En España todos los objetivos educativos se han trasladado a las escuelas, con el añadido de que la función educativa principal de la escuela disminuye cada día aumentando su función asistencial. Añadir también que nos encontramos con un currículo sobrecargado de materias.

En resumen, los parecidos, por mucho que haya quien pretenda decir que nos hallamos ante dos modelos con la misma filosofía, más bien son inexistentes. No por casualidad la comparación es entre uno de los mejores modelos del mundo y uno de los más mediocres.

El papel del profesorado en el sistema finlandés no es de apoyo, tutor o guía, es un papel central sin el cual serían  incomprensibles los resultados de dicho sistema de enseñanza. No se fía el resultado escolar a que el alumno construya su aprendizaje

La escuela finlandesa ha sabido centrar la enseñanza en eso, la enseñanza, y por tanto ni ha sobrecargado el currículo de materias ni de horas la jornada, haciendo una clara diferenciación entre la función de la escuela y la función asistencial.

En nuestro país no sólo se ha procedido de manera inversa, sino que cada vez más hasta la propia legislación se desperdiga: educación sexual en la Ley del aborto, o las últimas modificaciones de la LOE llevadas a cabo bajo el mandato del señor Gabilondo que, finalmente, están recogidas en la Ley de economía sostenible.

La labor docente se interrumpe frecuentemente con ocasión de excursiones, visitas, charlas, cada día un mayor número de charlas sobre las materias más variopintas, y esto cuando el sistema no es capaz de garantizar el nivel adecuado en lecto-escritura o cálculo matemático.  

En fin, la comparación podría ser más exhaustiva, pero pienso que  con lo anterior es posible formarse una idea suficientemente clara de que nos encontramos ante modelos bien  diferentes, basados en presupuestos pedagógicos sin el menor parecido. 

27 abril, 2011

Ficción feminista

La gran ficción del feminismo de que el mundo está compuesto de hombres y mujeres, así, en dos bloques compactos y monolíticos, está resultando una ideología de lo más eficaz, desde el punto de vista de sus intereses, porque en su aparente naturalidad esconde toda la ambigüedad y la elasticidad necesarias para permitirle  en cada caso tomar la parte que le interese de cada uno de los conjuntos y definir así una  “realidad” a la carta en función de los intereses de cada momento. Pero lo que ya no está tan claro, o sí, es cómo afecta a los varones, también al conjunto social. 

De entre las mujeres las hay ricas y pobres, con poder y sin poder, trabajadoras y que viven del trabajo ajeno, con hijos y sin hijos, violentas y pacíficas, en una enumeración tan larga como se desee. Y otras tantas clasificaciones podríamos hacer del colectivo hombres, aunque con matices de sexo, pero al igual que para las mujeres podríamos distinguir hombres ricos y pobres, con poder y sin él, padres y hombres sin hijos, violentos y pacíficos, etcétera

Pues bien, jugando con distintas composiciones de esos colectivos, el feminismo ha decidido quedarse  en lo relativo a las mujeres con un colectivo formado por madres con doble jornada laboral, sin poder y sin capacidad para la violencia y en lo relativo a los hombres ha optado por un  colectivo conformado preferentemente por hombres violentos, con poder o mucho poder y con cuya ocupación fundamental además de la profesional es ocuparse de sí mismos. Del puzle se toman las piezas que mejor se adaptan al interés ideológico y político sin importar como quede de mutilado el conjunto.

Y esas agrupaciones son significativas por lo que muestran: por el lado de ellas magnificando el colectivo de pacíficas madres trabajadoras explotadas y por el lado de ellos, dos colectivos van a destacar, el de los hombres con poder y explotadores y el de los violentos; pero también por lo que esconden por el lado de ellas: particularmente a los colectivos de “mujeres de”, con una envidiable posición social en la que se aúna al mismo tiempo: poder, dinero y tiempo para el ocio, ¡ojo¡ eso no impide que el feminismo las siga considerando víctimas,  y en otro nivel la violencia femenina que o bien no existe o cuando aparece es exculpada por tratarse de una violencia de reacción y en defensa propia. Del colectivo masculino interesa mantener oculta a toda esa enorme  legión de trabajadores que conforman los sectores primario e industrial y por supuesto al aplicado padre de familia que no sólo aporta ingresos sino que también se ocupa de la familia.

El resultado no es sólo una imagen de los sexos absolutamente parcial y sesgada, es también que no hay manera de completar el puzle porque faltan piezas. Lo de todos,  entendiendo por eso lo de todos y todas, sencillamente no aparece, no está, no hay ese ámbito global que aúna al conjunto social más allá de los sexos. El resultado es una caricatura de la realidad social y de la realidad de los sexos, y una caricatura que no sólo no es inocente, tampoco inocua, más bien al contrario esa distorsión de lo social genera efectos perturbadores a todos los niveles, efectos a los  que convendría prestar el máximo de atención. 

Lo cierto es que en el plano de los medios sufrimos un empacho absoluto de violencia de género, sea esta de la real y que forma parte de los informativos, o de la de ficción, de tal modo que el grueso de la programación de entretenimiento está ocupado por series en las que manda esta tipo de violencia. Otras violencias, las padecidas mayoritariamente por los hombres y sea cual sea el número de víctimas que ocasionen  están desaparecidas, por ejemplo, el suicidio que se cobra entre 7 y 8 varones al día en nuestro país, se ha declarado tabú, no ya en sus manifestaciones concretas que se debe entender para evitar el efecto imitación, se ha declarado tabú en todos los sentidos y eso a pesar de que dichas políticas ya no cuentan con el apoyo de los profesionales de la psiquiatría. Qué decir de los conflictos sociales o bélicos en los que si acaso se citan los muertos civiles, como si los otros no lo fueran, y más frecuentemente el número de víctimas mujeres o niños. Los accidentes laborales forman parte de ese  paisaje silencioso del que no se hacen eco los medios.

En esta realidad social desquiciada es posible que la clase política haya conseguido que el único desarreglo alimentario que parece merecedor de su consideración  sea la  anorexia  y ésta ocupe páginas y páginas y sea motivo de reflexión en diferentes medios, al tiempo que se guarda riguroso silencio sobre algo tan estremecedor como que en  5 años las cifras de obesidad mórbida se hayan multiplicado por 2 en nuestro país hasta situarse en 1.000.000 de personas, es decir, 1 de cada 40 españoles está aquejado de obesidad mórbida y si nos atenemos a lo que trasciende públicamente y es recogido en los medios ese hecho tiene menos valor que infinidad de noticias con muchísimo menor relieve.

En otro nivel de cosas, lo que ocurre con el fracaso escolar masculino, realidad inexistente para el  Ministerio, y que trata de ocultar debería despertar más la curiosidad de los interesados en este tema porque la verdad resulta bien singular, que la Administración se puede desentender de miles de personas a las que el fracaso escolar no solo condenará a una vida de dificultades, también nos convertirá a todos en más pobres. Y otro tanto de lo mismo podría decirse de los intentos de procurar la excelencia educativa que siempre encuentran como principal obstáculo a quien tiene la encomienda de procurar la igualdad de oportunidades de todos los alumnos.


Encuesta cuestionada

Si no recuerdo mal y creo recordar bien, es la primera vez que tengo la ocasión de enterarme a través de un periódico, en este caso El País,  de una encuesta relacionada con cuestiones de la violencia de género que ha sido cuestionada. Se trata de la contenida en esta página


http://www.elpais.com/articulo/sociedad/Lidia/Falcon/querellada/asociacion/abuelos/elpepusoc/20110426elpepusoc_8/Tes


Y mira que se publican casi a diario encuestas con todo tipo de sesgos y manipulaciones particularmente en este
campo. Aquí nos tenemos hecho eco de unas cuantas.


Como en tantas otras manifestaciones de esta igualdad sui generis que se cultiva desde la política y algunos medios parece que hemos de admitir como justo lo que en términos de la calle se conoce como ley del embudo, la parte ancha para el lobby feminista la parte estrecha para los demás.

23 abril, 2011

Ciudadanía y genero

He vuelto a leer este artículo de Daniel Innerarity para comprobar que la perplejidad que me produjo la primera lectura no era cosa mía que veía extraños  donde no los había. Y aunque sigo igual de perplejo, porque el mercado al margen de que no es un invento de nadie si por alguien ha sido maltratado es justamente por la izquierda que cuando no sabe a quién culpar de sus errores inmediatamente recurre a los mercados, quiero dar la bienvenida a esa propuesta si eso puede llegar a significar que se va a acabar con el descontrol de la tarifa eléctrica, o de los precios de la gasolina, de la telefonía o de la conexión a internet que como un misterio jamás aclarado  siempre ha sido más cara y de peor calidad que en el resto de Europa.

Y dentro de la perplejidad no se acaba ahí mi apoyo a sus propuestas, particularmente a la expresada así “… que tenga el valor de aumentar las oportunidades para todos y contribuir a un sistema fundado sobre una verdadera meritocracia…” o también cuando habla de “… un sector público que no beneficia a los más pobres, sino a los mejor situados…”. Es decir, coincido plenamente en cuanto a lo que se debe hacer, lo que ya me resulta más difícil digerir es que esto pueda ser llevado a cabo por quienes hasta el presente se han encargado de tirar por tierra todos esos principios vanagloriándose de hacer  todo lo contrario. Es como pretender que los mejores defensores de la laicidad puedan ser quienes han garantizado la financiación pública de la Iglesia a perpetuidad, aunque luego les guste provocar tormentas con los crucifijos en la escuela y cosas así.

Lo dicho, apoyo  las propuestas  de Innerarity referidas al mercado, la meritocracia y la dimensión del sector público, lo que me cuesta creer es que este programa lo puedan llevar adelante quienes propugnan tanto en la escuela como en general a nivel social todo lo opuesto y quienes tienen en su seno a los y las principales promotores de que las cosas no hayan sido así hasta el presente, particularmente todo lo referido a la filosofía logse y las políticas feministas contrarias a cualquier iniciativa en la dirección de premiar el mérito y la capacidad y, sin embargo dispuestas a confundir, en la educación, igualdad con homogeneidad y, en lo social, no discriminación por razón de sexo con identidad de los géneros. Y más allá de estas cosas  anteponer los géneros a las personas, y arruinar la idea de ciudadanía como igualdad radical de todos los ciudadanos sin distinción de sexo, raza o religión. 

17 abril, 2011

El paradigma feminista

Sabéis bien de mi preocupación por el conocimiento más cabal posible de lo que constituya el pensamiento feminista y su  incidencia social, su aceptación o su rechazo, los mecanismos de su difusión y las razones de su éxito, porque tengo la impresión de que lo que sabemos de él es más bien poco, fuera de sus efectos más visibles sobre todo en las denominadas leyes de género,  o de lo que sus voceras expresen a través de escritos o por cualquier otro medio, y  sin embargo precisamos saberlo todo si queremos que algún día acepte que lo de la sociedad futura no puede ser cosa sólo de ellas sino de todos.    

En mi opinión el feminismo constituye un paradigma, en el sentido de conjunto de creencias no cuestionadas, que hace muy difícil su crítica y su refutación. Por una parte, por  su extensión ya que abarca a una mayoría del conjunto social y, por otra, porque opera como un automatismo al que la gente se refiere aún cuando jamás haya dedicado cinco minutos a reflexionar sobre el asunto de forma autónoma  o a poner en cuestión alguna de las múltiples informaciones que con regularidad le llegan sobre el mismo y, esto es aplicable tanto a la gente corriente, como a intelectuales con montón de conferencias, libros, películas, o lo que sea que constituya su trabajo, a sus espaldas.

Y da igual que se trate de una conferencia de Zlavoj Zizek o un artículo de prensa de Daniel Innerarity, la referencia a las mujeres o al feminismo es en bloque, no se hace necesaria ninguna matización, ni tan siquiera para señalar que las propias feministas discrepan sobre muchas cosas. Vendría a ser algo como: el problema de las mujeres todo el mundo lo conoce y sabe su solución, sencillamente nos referimos a eso. En un ejercicio tal de ausencia  de análisis y reflexión, de señalar matices y contradicciones, que luego resulta difícil entender cómo para cuestiones de menor calado las cosas puedan precisar tanto detalle o cómo es que se pueda armar una discusión enorme por una cuestión nimia, al menos en relación con lo que aquí se trata.

Que la denuncia del feminismo disidente: manipulación de la realidad, falta de rigor y deshonestidad intelectual, promoción de la guerra de sexos, etc. haya quedado circunscrita a un problema de corrientes feministas resume con bastante precisión lo que quiero expresar. De hecho las cuestiones feministas son cuestiones que se resuelven entre las mujeres y quienes parecen que puedan criticar al feminismo radical o al de género hayan de ser otras feministas, estableciéndose un coto cerrado, donde la participación masculina quede restringida a ocupar una posición subalterna como profeminista, o bien a una aceptación de lo que allí si discuta sin posibilidad de interferencia masculina que sería rechazada tanto por las partidarias de la ortodoxia como por las de la disidencia. Por mucho menos de lo que ahí se cuenta han sucumbido líderes políticos y sociales y corrientes ideológicas, en lo relativo al feminismo sencillamente ha servido para señalar una etapa más.

El hecho es que ni existe un pensamiento masculino de la igualdad, ni tampoco es posible la intervención en el debate feminista porque ese sería cosa de mujeres y como máximo cabría una posición como la que expresa Ahige en España, en la que los hombres se limitarían a seguir al dictado el pensamiento oficial. El caso Warren Farrell expresa bastante de lo que digo, justamente por su  excepcionalidad. Y éste, cada día se  hace más necesario si tenemos en cuenta el criterio endogámico y el funcionamiento como sindicato de intereses y  defensa de su grupo que aplica el feminismo, sin importar no sólo lo que pueda pasar con los hombres, también sin preocuparse de lo de todos, como si no hubiera nada que fuera más allá de los intereses de uno u otro sexo, nada que por su naturaleza  correspondiese a  ambos. 

Por eso no sólo hace falta un pensamiento masculino sobre la igualdad también un pensamiento que vaya más allá del género y  se detenga a  pensar si las cuotas y la paridad están resultando mecanismos apropiados o si el sistema representativo no está pagando un precio muy alto con la renuncia a las listas abiertas y aún con el hecho de que cada vez sean menos los que deciden sobre la vida de los partidos, y por ende sobre la democracia, o sobre cómo se está aplicando la discriminación positiva y si no se habrá ido la mano en algunos terrenos, o qué relación tenga con todas estas cosas el fracaso escolar masculino o unas cárceles atiborradas de gente como nunca antes se había visto y en unos niveles que nos separan claramente de nuestros vecinos, pues sería tanto como pedir encaje de bolillos a quien ni está preparado ni muestra disposición a aprender.

En el blog de Cultura 3.0, leo una entrevista a Susan Faludi una feminista dispuesta a ver misoginia en todas partes y conocida por sus trabajos dedicados a combatir los estereotipos negativos sobre las mujeres,  y un poco después, sólo un poco después, leo en el blog Mujeres, de  El País, un artículo de Ricardo de Querol, El fútbol como ritual masculino, en el que cobran vida todos  los estereotipos negativos sobre los hombres y eso en ¡¡¡un lugar destinado a contar los cambios que está aportando la mujer a un mundo en transformación!!! y por alguien que ha asumido hasta sus últimas consecuencias el ideario del feminismo institucional, sea para defender el diferente trato penal a hombres y mujeres, sea como en este caso para fijar un estereotipo masculino.                                 

Pero lo más asombroso es que tal cosa puede suceder, digamos, dentro de la más absoluta normalidad, es decir, en ese blog el próximo post puede estar dedicado a combatir un estereotipo femenino o a denunciar la pervivencia de los roles tradicionales, el autor continuará escribiendo en el mismo tono sin haber percibido que haya hecho nada extraño ni cometido ninguna incoherencia y los lectores leyendo el periódico como si nada hubiese sucedido. El paradigma feminista se ha gestado a fuego muy lento, no en vano cuenta con al  menos 150 años, y sus efectos son como un mar de fondo, tanto más efectivos cuanto  más difíciles son de  percibir, porque en esa condición esconde parte de su éxito. 

16 abril, 2011

Estereotipo, no gracias.

Qué fácil resulta para los de la cruzada antiestereotipo femenino, hacer el estereotipo masculino. Que lleve la firma de un varón parece que refuerza la autoridad sobre lo que se escribe. Siempre se podrá decir que quienes hacen estereotipos son eso: varones. 



14 abril, 2011

El juego del género

Tengo para mí que una de las grandes victorias del feminismo ha consistido en establecer no sólo el campo de juego, también las reglas con las que el otro tendría que jugar. Reglas que para sí serían sin embargo ambivalentes, por ejemplo no cabría hablar de diferencias hombre mujer, porque sería naturalizar los géneros, pero, ¡ojo! al tiempo eso sería compatible con sostener que la violencia es masculina, lo mismo que la guerra, o todavía más, se utilizaría, cuando así lo reclamase la situación, para justificar que ellos realizasen determinadas tareas o trabajos… porque son más fuertes físicamente.

Es decir, no cabría hablar de las diferencias, pero sí fijarlas jurídicamente, por ejemplo, determinando modos distintos de castigar las mismas conductas. Es más, cabría no sólo identificar los géneros con los sexos porque así habría sido desde el comienzo de los tiempos, también, y al margen de declaraciones sin virtualidad práctica, considerar que el futuro es de las mujeres. Pretender que se habla de no sé qué géneros donde en realidad sólo hay sexos. Negar en las declaraciones por biologicista lo que luego será la regla práctica por antonomasia. Hablar de la búsqueda de la igualdad en los géneros mediante la cosificación de las diferencias en cuanto a los sexos.

Y a mi entender su capacidad de convicción debe ser muy alta porque muchos desde el lado masculino siguen a pies juntillas estos dictados. De hecho relataba aquí hace pocos días cuando yo mismo en los distintos foros que participo, por ejemplo, relacionados con la educación arguyo que ésta no es entendible al margen de las políticas feministas, y alguien dice que eso no debe ser tratado porque fácilmente te pueden tildar de machista, y claramente se deja entrever que ni tan siquiera las armas del debate y el diálogo valdrían para asunto tan espinoso.

Pero en muchos otros niveles, hasta el punto de que el feminismo de género que ha pasado a constituir filosofía de Estado en nuestro país no es motivo de debate en ninguna parte, ni en el terreno político, ni en el jurídico donde las posiciones discrepantes sencillamente se arrumban como así ha sucedido con María Sanahuja o Francisco Serrano y algunos otros, ni en el cultural donde deberíamos aceptar que los periódicos tengan un suplemento dirigido a las mujeres: donde se habla de temas de mujeres, desde la óptica de las mujeres, y donde cuando del varón se trata es para hacerle un “traje a medida” y al mismo tiempo que diga que los medios están del lado de los hombres porque los directores lo son.

En mi opinión, sin embargo, las mujeres gozan de todo el derecho –con el límite de los derechos de los demás, tantas veces invadidos en los últimos tiempos- para reformular como mejor entiendan al papel que desean para sí y en relación con los otros, pero por la misma los hombres no debiéramos gozar de un derecho menor y eso incluye reconsiderar, desde el primer momento y en todas las direcciones que haga falta, el papel que deseamos para nosotros y en relaciones con los otros y las otras y eso exige comenzar desde el principio, estableciendo si entre hombres y mujeres existen diferencias y cuál es el mejor modo de alcanzar la igualdad, una igualdad que claro está ha de contentar a las dos partes, ya que para mí no tiene sentido algo así como que ahora es el tiempo de las mujeres y por tanto el momento de su dictadura.

Seguir en esto los dictados que impone el feminismo institucional de género conduce directamente a la situación de encorsetamiento en que se mueven los varones en este terreno, es decir, asistiendo en directo a cómo desde el feminismo se toman las decisiones que corresponderían a todos, pero desde la barrera y callado porque cualquier cosa que se diga puede ser sospechosa de las peores intenciones. O somos capaces de romper ese círculo vicioso o estamos condenados a jugar un papel subordinado sempiternamente. Pretender que la “opresión” del pasado justificaría el privilegio en el presente desde luego no puede ser la regla. Desde un punto de vista democrático lo que aquí cabe es el diseño y la ejecución de una sociedad de iguales y ese significa que todos tenemos derecho a decir y decidir, a cuestionar nuestro papel tanto como a que  sea cuestionado por el otro o la otra.

En cualquier caso conviene no olvidar que este proceso hace ya mucho tiempo que empezó y si tenemos menos conciencia del mismo es porque para quienes no empezó es para los varones, pero si hoy recorremos un ambulatorio es fácil comprobar de qué enfermedades se habla o  quienes protagonizan la publicidad y a quien va dirigida, pero si lo hacemos en un centro de enseñanza también donde nos podremos encontrar con una revista institucional dirigida a las chicas sin el correlato de la de los chicos, y dónde por todos lados figuran carteles y otro tipo de información en los que la única  violencia existente sería la sexuada, ellos como  agresores –también para los insultos- y ellas como las víctimas. Con eso mimbres es imposible contar que iniciamos un viaje a ninguna igualdad, ese es otro viaje del que se nos oculta casi todo. 

13 abril, 2011

Masculinidad y testosterona


Recientemente Arturo nos remitía a un artículo aparecido en la Revista: Mente y cerebro en relación con un experimento con testosterona, ahora Plutarco se extiende un poco más sobre el tema para dar ocasión a poder seguir hablando del asunto.



"Parte de del éxito evolutivo de la especie homo sapiens se debe a nuestras hormonas, los andrógenos y los estrógenos. Nos han aportado el chute necesario para defender al los miembros de nuestra especie del ataque de otras especies o potenciado el deseo de proteger y nutrir a nuestros congéneres.

Sin embargo, como todo lo que toca la ideología de género, aquí también hay buenos y malos. Y la testosterona, desde hace años, es la hormona mala. Nos hace agresivos, malos y maltratadores. Mientras la testosterona nos condena, los estrógenos parece que redimen, incluso justifican o ayudan a explicar situaciones de violencia materna. Por ejemplo, la mujer que sin aparente razón mata a sus hijos recién nacidos es presa de un desajuste hormonal postparto y por lo tanto no es dueña de sus actos.

Recientes investigaciones señalan, sin embargo, que la testosterona puede ayudar a que las personas resulten más agradables con sus semejantes. Un artículo publicado en Investigación y Ciencia remitido por un amable lector de este blog ofrece un lado más bondadoso de la testosterona:
http://www.investigacionyciencia.es/03065409000684/La_testosterona_tambi%C3%A9n_juego_limpio.htm

Investigación y Ciencia es la edición española de Scientific American."

Fortaleza y debilidad

Lo que hace fuerte a la mujer, es su aparente debilidad.


Lo que hace débil al hombre, es su aparente fortaleza.