Relata Elisabeth Badinter en su libro: Por mal camino, y a propósito de una de las patas de la triada de feminismo radical americano lo siguiente:
Pero fue su cómplice MacKinnon, brillante abogada y profesora de derecho en universidades prestigiosas, la que llevó la batalla jurídica con el éxito que ya conocemos. No sólo hizo que la Corte Suprema de Estados Unidos, en 1986, reconociera el acoso sexual como forma de discriminación sexual, sino que, aliada con los lobbies más conservadores y el apoyo constante de los republicanos, consiguió que se votase en dos ocasiones, en 1983 y en 1984 –en las ciudades de Minneapolis e Indianápolis-, la disposición llamada "MacKinnon-Dworkin; contra la pornografía. Aunque constituía una violación de los derechos civiles, la disposición se aplicaba sin distinción a las películas, a los libros y a los periódicos. Siempre que una mujer decía sentirse “en situación de inferioridad”, podía hacer prohibir el objeto de su humillación. Había pasajes enteros de la literatura clásica y del cine sobre los que pesaba la amenaza de ser condenados. En esta ocasión, las feministas de todas las clases (de Betty Friedan a Kate MIllet, pasando por Adriana Rich) se opusieron ruidosamente a este delirio de censura.
Viene esto a cuenta de la siguiente información: http://www.lavozdegalicia.es/sociedad/2010/04/09/00031270805473178407621.htm#opina
P.D. la noticia ha variado su contenido inicial ya que en un primer momento se hablaba de prohibir, no de lectura crítica.
Si se ha aceptado que el servicio militar sólo para hombres no es una discriminación, si se ha aceptado que la igualdad consiste en un código penal distinto para hombres y mujeres, ¿qué importancia podrían tener ahora las estupideces que sobre los cuentos populares quieran imponer una pandilla de indocumentadas, reconvertidas en especialistas oficiales de un asunto sobre el que lo ignoran todo?
ResponderEliminarSin embargo, la percepción social tiene curiosas ironías. El patriarcal precepto de que "los niños no lloran", inculcado por las madres en todos y cada uno de los varones, puede explicar la infinita tolerancia ante los privilegios femeninos, pero es posible que cuestiones objetivamente mucho menores, como el intento de reformar los cuentos infantiles, puedan provocar una asociación entre feminismo y ridículo, y esto sí sería letal a efectos electorales.
(Athini Glaucopis)
Los calzoncillos como clave. Vicente Verdú
ResponderEliminarhttp://www.elpais.com/articulo/sociedad/calzoncillos/pieza/clave/elpepisoc/20100410elpepisoc_10/Tes
Emilio, iba a publicar en forma de comentario el magnífico artículo de Verdú, pero veo que ya lo has mencionado. Como advierte al final, probablemente genere las protestas airadas de Bibiana y el resto del feminismo oficial.
ResponderEliminarBlancanitos
ResponderEliminarhttp://www.abc.es/20100411/opinion-firmas/blancanitos-20100411.html
Alberto