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05 octubre, 2010

¿Qué feminismo?

No sé si os dais cuenta de la imposibilidad, al menos desde esta bitácora, pero tengo la impresión de que se trata de algo mucho más generalizado, de establecer cualquier tipo de diálogo o debate con el feminismo. Es más, estos días llegué incluso a pensar que no es descabellada la idea de que terminemos discutiendo entre varones sobre lo piensa o deja de pensar el feminismo, y sobre cómo cree éste que deba ser la sociedad futura.

Pensad por lo demás que buena parte del trabajo más difícil del feminismo actualmente dominante lo realizan varones. La capacidad para la invisibilidad y la opacidad de quienes ostentan esta ideología es antológica. Una estrategia así, de sostenerse en el tiempo resulta siempre triunfadora, si triunfan sus posiciones el éxito es suyo, porque suyas son las posiciones, pero si no también porque lo que fracase será algo que está en el cuerpo social y por tanto el fracaso es de éste.

Tengo la sensación, por tanto, de  que tenemos mal conceptuado lo que éste represente. Soy el primero en reconocer que no sólo lo he tenido mal conceptuado, también que no me resulta fácil adaptarme a esta idea que ahora mismo estoy exponiendo, y que la expongo aquí un poco a la espera de vuestras reacciones porque me doy cuenta de que está en pañales. No es una ideología al uso, como no es una organización al uso, es algo diferente que se mueve de forma diferente.

Como decía en la entrada 150 años de feminismo, fue liberal, marxista, anarquista, republicano, minoría -como si de un colectivo social equiparable a los homosexuales se tratase-… y actualmente convive con comodidad en gobiernos de izquierda y en gobiernos de derecha, lo mismo se puede presentar como anticapitalista, que tener como serie de culto: Sexo en Nueva York…

Sería bueno tener esto presente para no equivocar el objetivo, el feminismo más que una ideología es un propósito: la prevalencia de lo femenino y, por tanto, se adaptará a cada momento y contexto histórico en la mejor forma de conseguir ese objetivo. De ahí su extraordinaria ductilidad y pervivencia. Y  al contrario que los movimientos de protagonista masculino no le importará quien encarne esas ideas si el resultado es el buscado y quien gana como colectivo son ellas. 

7 comentarios:

  1. Anónimo3:48 p. m.

    Buena reflexión.

    En realidad el feminismo no ha cambiado un pelo desde sus inicios. Hay que leer la entrada del blog "El feminismo desvelado" de hace unos días para dejar de ir de ingenuos por la vida:

    http://feminofascismo.blogspot.com/2010/09/el-feminismo-original-la-sufragistas.html

    Al principio el feminismo no tuvo más remedio que esconderse respecto a la religión, que era la superestructura insalvable al principio, evitando la disputa con ésta, aunque con la mira puesta en la reescritura de la biblia en términos feministas.
    Una vez superado el temor a los principios religiosos con la secularización de la sociedad, ha seguido su discurso netamente moderno. Capitalismo y socialismo son igualmente modernos, y el marxismo -como lo demuestra que toda la capacidad productiva del mundo occidental se haya trasladado allí a gozar de la mano de obra esclava que proporcionan los regímenes marxistas- es la ideología omnipresente de nuestra sociedad, en occidente simplemente se tapa llamándolo "lo políticamente correcto" que no es otra cosa que el marxismo cultural preconizado por Gramsci y ejecutado por la escuela de Frankfürt.

    Es cierto que las feministas se ocultan, pero no se pueden ocultar tanto como para perderles el rastro: ya han escrito y hablado lo suficiente. Sus presupuestos ideológicos y alianzas, financiación e historia son sobradamente conocidos. Otra cosa es que la realidad -tal cual es- duela.

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  2. No estoy seguro de haberte entendido del todo. Pero ahí va mi comentario que, por cierto, es discrepante.
    De feminismos hay muchos, y tengo mis dudas de que el lobby que ahora maneja los resortes del poder tanto en España como en Occidente sea su corriente principal, aunque sí que haya sido la más hábil para colocarse en el pesebre.
    Es muy acertado esto que dices que tanto si tiene éxito como si fracasa lo interpreta como un triunfo. Es lo propio de las ideologías totalitarias, como bien denunció Popper en sus ataques contra el marxismo y el psicoanálisis (en lo personal no comparto al 100% su crítica, pero sí admiro y me parece muy aprovechable su agudeza crítica).
    No creo que el feminismo, en su totalidad, tenga como propósito la prevalencia de lo femenino. En mi opinión (y sé que aquí será discutible) esto sólo es el propósito de la versión más patológica del feminismo. Sólo hay que ver tantas feministas clásicas -Sanahuja, Empar Pineda- que rechazan ese propósito que el lobby ha sabido imponer.
    Como dije en otro lugar, el socialismo nos ha dado a Stalin y a Pol Pot, sin embargo pienso que ha sido un movimiento por la emancipación humana -en general, a pesar de sus versiones criminales.
    El feminismo ayudó a cuestionar los roles de género, y creo que hizo un buen trabajo (Wollstonecraft, Stuart Mill, sufragistas...), ahora simplemente estamos sufriendo una degeneración de tal movimiento por parte de mequetrefes, resentid@s y gente pobre de espíritu -el lobby-.

    Cambiando de tema. Me han pasado este documento, bastante bien hecho,
    http://www.msc.es/organizacion/sns/planCalidadSNS/pdf/equidad/hombresycuidado09.pdf
    donde se aplica la famosa "perspectiva de género" y se denuncia "los privilegios de la masculinidad hegemónica", en este caso analizando quien se hace cargo de los familiares enfermos. La conclusión es obvia. A ver cuando se gastan dinero público en estudiar la perspectiva de género en los accidentes laborales, la esperanza de vida masculina, los pescadores de atún en el índico o los mineros del cobre en Chile.
    Saludos

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  3. Enric, es un tema que no es fácil. Lo que quiero exponer es la experiencia de que después de tantos años y tantos debates, aquí, pero también en muchísimos otros sitios, no me haya sido posible nunca encontrar a alguien que manteniendo las posiciones del feminismo de género estuviese dispuesta a discutir del asunto.

    Sí me he tropezado muchas veces con profeministas más o menos dispuestos a hacerlo, particularmente en Ahige, aunque hace de esto mucho años, pero feministas propiamente dichas no.

    Es como una dificultad que nos impidiera movernos en el mismo plano y hablar el mismo lenguaje aunque las posiciones fueran diferentes.

    Y estoy convencido de que no se trata de una dificultad personal, sino que es la tónica de esta bitácora y tantas otras, en este país y en otros donde llevan con el tema mucho más tiempo que nosotros.

    Pareciera como si lo que haya de pasar con este tema fuera la resultante de los tiras y aflojas en el plano político y social, pero sin que fuera posible un debate civilizado dónde se pusieran en la mesa las posiciones de cada uno y lo que pudieran ser objetivos compartidos o no.

    Tengo la impresión de que en los partidos políticos, incluso en las cámaras legislativas, sucede otro tanto de lo mismo, se aprueban disposiciones y leyes no porque se hayan consensuado entre ellas y ellos sino porque sencillamente se ha establecido la regla de que en lo que a eso asuntos compete se va a respetar el criterio de las mujeres.

    De hecho la prevención que se establece, particularmente desde los años 80 del siglo pasado, en el sentido de que feministas sólo pueden ser las mujeres y por tanto lo que el feminismo ha de hacer es mantener a distancia al hombre, a todos los hombres, porque siempre quieren imponer su criterio, está revelando una especie de imposibilidad como la que más arriba trato.

    El propio Raúl Rosado Quiñones en el debate que mantiene con Farrell lo que le reprocha es su intento de “definir la realidad” porque entiende que de ese modo lo que se procura es establecer la dominación masculina.

    Es tanto como pedir que los hombres callen para siempre porque cualquier cosa que digan puede entorpecer los caminos de la igualdad. Y, hasta el presente hemos de reconocerlo, hemos sido bastante disciplinados, y no me refiero al caso particular de cada uno de nosotros sino al funcionamiento de los partidos, asociaciones e instituciones de todo tipo.

    Ahora que queremos darnos cuenta de lo que ha pasado nos percatamos de que hemos perdido mucho tiempo que mejor hubiéramos empleado en evitar que las cosas se llevasen tan lejos.

    En relación con lo que tú dices tengo la impresión de que no desdice mi hipótesis. Es verdad, que no todos los feminismos mantienen las posiciones del dominante, creo que las aportaciones de María Sanahuja y tantas otras feministas resultan verdaderamente impagables, pero lo cierto es que la corriente que consigue imponer sus postulados en el momento presente es la que es, y, actúa como actúa.

    Y lo hace siguiente una pauta histórica caracterizada por participar de las corrientes políticas dominantes – en este momento el feminismo se movería con la misma soltura con el PP o con CIU como lo está haciendo con el PSOE-, pero sin verse afectado por los fracasos de sus políticas que para ese momento ya habrán dejado de ser suyas, ya se tratará de un fracaso de “todos”.

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  4. anonimo27:28 p. m.

    Tal vez nos equivocamos al hablar de "feminismo", simplemente es Poder, otra forma, otra excusa, otro sector para el Poder. Lo mismo que el Poder para prohibirte fumar o drogarte, o el Poder para dirigir tu vida en esto y aquello, o el poder para desplumarte en impuestos, etc. etc. Por cada actividad humana, un Poder específico para prohibirlo, manipularlo, controlarlo... La "igualdad de género" es un pretexto transitorio. La finalidad real: el PODER POR EL PODER, EN TODO.

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  5. Vuelvo a leer este post y creo que ahora te he entendido mejor. Dices si es posible establecer cualquier tipo de diálogo o de debate con el feminismo. Cuando se ha llegado al nivel de fanatismo en lo que yo llamo feminismo del resentimiento la respuesta es negativa. En primer lugar porque el fanatismo totalitario no casa con el diálogo y el debate, sobre todo con los que considera sus "enemigos". Ahora me estoy acordando de algunos ácidos textos de Pasolini contra los estudiantes sesentayochistas que los calificaba de "fascistas de izquierda". (Con su tono provocador decía que cuando había palos entre policías y estudiantes él estaba a favor de los primeros, "hijos del pueblo", contra los segundos, "hijos de la burguesía"). Y Pasolini no era ningún reaccionario ni mucho menos, pero le ponían enfermo los que se vestían del discurso liberador (típico de los 60) para propagar fascismo y fanatismo.
    En segundo lugar el diálogo también es muy difícil por todo lo que apuntas: pase lo que pase ganan, y no van a discutir con los que piensan otra cosa, sólo los van a desacreditar (machistas, altavoz de maltratadores, etc.)
    Un ejemplo es lo que sucede con el SAP, que yo he estado estudiando. ¿Cuando veremos a Lorente, o a algún majadero de la AEN, sentado en una mesa debatiendo con algún científico que ha estudiado el SAP? La respuesta que darán supongo que será ¿Y por qué tienen que hacerlo? Tienen el gobierno, el Congreso, el CGPJ, los media... ¿Para qué discutir...?
    Una de las características de ese feminismo fanático es su esencialismo, eso que dices que sólo las mujeres pueden hablar del tema. Con esto no sólo se enajena de la mayoría de los hombres, sinó también de las mujeres, que no comulgan con esa guerra de sexos. Este esencialismo desautoriza de entrada al que no comparte sus presupuestos, con lo cual el diálogo se vuelve dificilísimo. Dialogar con Torquemada también debía ser muy difícil... :-)

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  6. Anónimo11:12 a. m.

    En efecto, el feminismo (como toda ideología que se dota de una organización) prefiere tener "poder" a tener "autoridad". Sírvanos para diferenciar ambas cosas lo que hoy mismo recuerda Francesc de Carreras en un artículo de 'La Vanguardia':

    "El poder, no el poder político sino el simple poder, consiste en la capacidad para determinar la conducta de otra persona. El politólogo Robert Dahl ha formulado la noción de poder con gran claridad:

    'A tiene poder sobre B en la medida en que puede conseguir que B haga algo que de otra manera no haría`. Quien tiene poder tiene también capacidad de coacción respecto al otro: esta es la razón última, si no hay otras, por la cual se le obedece. La autoridad, en cambio, no precisa coacción: se obedece a quien tiene autoridad porque se le reconoce un superior criterio.

    Quien tiene autoridad no necesita mandar, ni convencer, ni argumentar: basta su simple opinión para ser obedecido. La noción de autoridad puede formularse así: 'Si A opina B, es que B es verdad'. El poder se impone, la autoridad se reconoce."

    http://elcomentario.tv/reggio/zapatero-poder-y-autoridad-de-francesc-de-carreras-en-la-vanguardia/07/10/2010/

    (Athini Glaucopis)

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  7. Después de tanto tiempo es un placer volver a leerte Athini

    Un saludo y bienvenido

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