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20 febrero, 2008

¿Intercambiables?

“Tendriamos que cambiar.Que ellos se queden en casa de cocineros, lavanderos, planchistas, telefonistas, recibidores de visitas, secretarios, compradores, limpiadores, etcY nosotras a trabajar, a llegar a casa, poner los pies encima de la mesa, abrirnos una pepsi liht... y a vivir, muchachas, a vivir!”

He cogido este comentario realizado por una mujer porque sin pretender descubrir la pólvora, creo que puede dar un cierto juego desde el punto de vista de cómo nos ven, cómo las vemos, somos perfectamente intercambiables o ese es un discurso que lo mismo que se usa hoy se tira mañana.

Creo que podría ser interesante abrir una pequeña ronda de comentarios y comienzo. A mí no me cabe duda que somos diferentes y seguiremos siendo diferentes a pesar de esa falacia que dice que todo cuanto somos es “cultura”, es decir, es aprendido, e introducir en este debate a la naturaleza sería propio de cientifistas poco menos que chalados. Si por cultura entendemos lo que se puede modificar en unas decenas o incluso centenas de años, creo que somos mucho más que cultura.

De hecho el feminismo de género no se cansa de decir que somos iguales pero todo cuanto hace va en la dirección de hacernos diferentes. Y llegados a este punto me gustaría comentar que el feminismo no puede arrogarse inocencia histórica. Durante lustros pregonó que si niños y niñas jugaban con las mismas cosas esto no haría más que igualarlos. La historia nos dice que los niños usaron las muñecas para jugar a los soldados y las niñas los soldados para jugar a las mamás.

Es más, en esa interminable acusación contra el género masculino, la afirmación de que los niños ahora son más machistas que nunca se realiza como si aquí todo lo que pasase careciese de consecuencias y, por ejemplo, después de que desde la sociedad poco menos que se haya dado vía libre para que sean las madres y las mujeres quienes se encarguen de la educación de los niños se pueda decir eso de que son cada día más machistas como si la responsabilidad estuviese en el otro y quien tuviese que dar explicaciones fuera cualquiera menos ellas, porque no sé si llegará a diferencia de género, pero en esto las feministas no son especialmente pródigas.

En fin sólo pretendía abrir el debate. Pero volviendo al inicio de esta entrada diría os imagináis en que lugar se podrían reclutar 2.000.000 de mujeres para sustituir a los trabajadores de la construcción, y no quiero pecar de sexista, por la misma razón se me haría difícil encontrar tantos hombres para prestar cuidados de salud, o sencillamente azafatos de congresos. Lo dicho sólo quiere ser un inicio. ¿Hemos avanzado o estamos retrocediendo en la cuestión de los roles? Es cierto que las mujeres han salido de casa para integrarse plenamente en el plano social, pero más allá de esto, ¿siguen los hijos y las casas siendo de las madres? ¿no es verdad que hay ocupaciones masculinas y femeninas? ¿el techo de cristal lo ponemos los hombres o se lo ponen ellas mismas? ¿la conciliación de vida familiar y laboral es cosa de mujeres o de todos? ¿estamos los hombres más lejos o más cerca de los hijos y, en general de los niños, que nunca, o no?

2 comentarios:

  1. Se resolverían muchos problemas si se aceptase de una vez que, estadisticamente, el sexo tiene mucho que decir en lo que somos, aunque siempre hay que tener en mente que no es determinante.

    En ciertas actividades es normal que haya mayoría de hombres o mujeres, según se requieran capacidades en las que estadisticamente son mejores los hombres o las mujeres.

    Supongamos que un requisito para un trabajo sea tener gran fuerza física, ¿es esto trabajo discriminatorio hacia las mujeres?

    NO

    sólo sería discriminatorio hacia las personas con poca fuerza física, lo cual incluye a hombres y a mujeres, aunque estadisticamente haya menos hombres que no cumplan el requisito.

    Y me parece muy revelador el hecho de que precisamente los trabajos que requieren más fuerza física, que suelen ser los más penosos y duros, estén copados casi por hombres, pero no se oiga ninguna feminista peleando por que las mujeres también los ocupen, cuando sí se las oye peleando por que las mujeres se incorporen a las juntas directivas de las empresas.

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  2. Solo planteo una pregunta. En la comarca de Ferrol dada la elevada carga de trabajo de los astilleros hace falta una mano de obra con la que no se cuenta. Se pretendió incorporar a las mujeres en este intento, pero hasta el presente los esfuerzos parecen condenados al fracaso. ¿Teniendo en cuenta este hecho cómo debemos leer las estadísticas de paro femenino?
    Dónde queda la perfecta intercambiabilidad de los sexos. Qué hay de aquello de que el género se elige.
    Sólo quiero con este comentario señalar lo acomodaticio del feminismo que dice dónde somos iguales y establece dónde diferentes, todo ello sin modificar ni un ápice una teoría, la de género, confeccionada con retales de aquí y allá y que no produce más que estas contradicciones a las que ni tan siquiera se pretende dar respuesta de forma abierta, más bien a ver si se pueden ocultar estos descosidos o esperando a que sea otro quien lo haga.

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