“La violencia de género no es un problema que afecte al ámbito privado. Al contrario, se manifiesta como el símbolo más brutal de la desigualdad existente en nuestra sociedad. Se trata de una violencia que se dirige sobre las mujeres por el hecho mismo de serlo, por ser consideradas, por sus agresores, carentes de los derechos mínimos de libertad, respeto y capacidad de decisión.”
( LEY ORGÁNICA 1/2004, de 28 de diciembre, de Medidas de Protección Integral contra la Violencia de Género.)
"El pleno reconocimiento de la igualdad formal ante la ley, aun habiendo comportado, sin duda, un paso decisivo, ha resultado ser insuficiente. La violencia de género, la discriminación salarial, la discriminación en las pensiones de viudedad, el mayor desempleo femenino, la todavía escasa presencia de las mujeres en puestos de responsabilidad política, social, cultural y económica, o los problemas de conciliación entre la vida personal, laboral y familiar muestran cómo la igualdad plena, efectiva, entre mujeres y hombres, aquella «perfecta igualdad que no admitiera poder ni privilegio para unos ni incapacidad para otros», en palabras escritas por John Stuart Mill hace casi 140 años, es todavía hoy una tarea pendiente que precisa de nuevos instrumentos jurídicos."
(LEY ORGÁNICA 3/2007, de 22 de marzo, para la igualdad efectiva de mujeres y hombres.)
Hoy no quiero ser yo quien exponga una opinión o realice un comentario, sólo dejaros estos dos extractos de los preámbulos de las leyes citadas, para que comentéis lo que os sugieran.
Bueno, ya sabíamos que estas leyes están basadas en la teoría oficial de género, y esos fragmentos no hacen más que exponer los fundamentos de esa teoría.
ResponderEliminarPero no deja de ser alarmante el comprobar que todo esto, que como ya sabemos es, como mínimo, cuestionable, está de verdad por escrito en una Ley, respaldado por la fuerza del Estado.
Prefiero no pensarlo ahora, me da escalofríos.
Creo que aciertas al describir la sensación que produce que nuestros diputados y diputadas consideren que los hombres tenemos como objetivo el dominio de las mujeres. Creo que es un pensamiento descabellado y, a veces me pregunto, los diputados cuando votan estas leyes, cuando se piensan como hombres, se piensan así, o aplicaran aquel principio de que en estos casos los hombres son otros, no yo, ni mis allegados. 25 siglos despues de Aristóteles y Platón debieran servir para algo más que para esto.
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