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19 junio, 2010

Macroencuesta y género


En relación con la, según la Ley, violencia de género (Nota1), convendría como mínimo denunciar la pretensión de apropiación que de la misma ha hecho  el feminismo de género, y su correlato de que sólo ellas poseen las claves y la verdad del problema. Claves y verdad que nunca han sido explicadas convincentemente y que en cualquier caso no parecen estar sirviendo para reducir el número de muertes, pero si para provocar importantes estragos jurídicos y sociales en el plano de los derechos y las garantías constitucionales de los varones.

Claves y verdad del problema, que para esa ideología son conocidas apriorísticamente, ya que si por definición, el patriarcado para sostenerse ha precisado del ejercicio de la violencia por parte de los varones (Nota 2) para mantener dominadas a las mujeres, lo que corresponde no es demostrar esa violencia sino simplemente mostrar sus  manifestaciones. De ahí que se haga preciso publicitar el maltrato de mujeres, pero no el de niños o ancianos, mucho menos el de los varones, y de ahí también, que sea necesaria una  macroencuesta de la violencia contra la mujer, pero no contra los niños, los ancianos o los discapacitados, a pesar de las importantes evidencias de su magnitud.  

Por eso, aunque a una mente sin prejuicios le cueste entender por qué cuando un hombre mata a su mujer o ex mujer, esto constituya un crimen que debe pesar sobre la conciencia de toda la sociedad, cuando es la mujer la que asesina a su marido nos encontremos ante uno de los muchos delitos que se cometen cada día. O que todos sepamos, porque se nos ha repetido miles de veces, el número  de mujeres asesinadas, pero no el número de niños, discapacitados o ancianos maltratados, o pase un año y otro y sigamos con una férrea ley de silencio sobre los 11 suicidios diarios que se producen en nuestro país, 8 de varones y 3 de mujeres, o la propia estadística laboral de 1.000 muertes anuales pertenezca al reino de los hechos naturales. 

Después de cinco años de vigencia de la Ley integral contra la violencia de género, nada hay que permita sostener sus postulados ideológicos, ni la gestión de sus mentoras. Los argumentos han variado a lo largo del tiempo, y si, en un primer momento, su fracaso se atribuía a lagunas legislativas y falta de recursos, lo que supuso cada año no sólo más recursos sino un endurecimiento del Código penal hasta el punto de que a día de hoy tenemos la población reclusa más abultada de Europa, bastó que el año pasado el número de víctimas disminuyera para proclamar ante el mundo que habíamos encontrado la fórmula para el problema.

Pero, en lo que va del presente año todo esto se está viniendo abajo como un castillo de naipes y, a falta de cualquier autocrítica o reconocimiento de que nos encontramos ante un problema que no es sólo nuestro, sino universal,  de nuevo nos tropezamos  con argumentos ad hoc que, más que otra cosa, ponen en evidencia a quienes los esgrimen, como el hecho de hablar de efecto imitación, luego de que toda la política realizada hasta el presente consistiera justamente en negarlo. Aunque quizá más grave sea que ahora el peso de la responsabilidad de lo que sucede se descargue sobre las propias víctimas, sus familiares y conocidos, porque no denuncian suficiente.

Pero si vamos al campo de las denuncias y sin entrar en la grave erosión de derechos, que supone para el denunciado, como tantas veces voces autorizadas tienen puesto de manifiesto, por ejemplo la propia María Sanahuja, interesa conocer algunos de sus detalles. Por ejemplo, que cuando se llevaban contabilizadas 264.245 denuncias,  115.768 casos habían sido sobreseídos y en  45.421 de los restantes el veredicto había sido de absolución, es decir, en el  61 % de los casos el acusado había sido declarado inocente, circunstancia ésta que a pesar de su contundencia no ha hecho mermar la posición oficial del feminismo negando la existencia de denuncias falsas.

Claro está, que olvidándose decirnos que, para que una denuncia sea considerada falsa en el plano jurídico, el denunciado debe convertirse a su vez en denunciador y probar que no sólo la acusación previa  no respondía a la verdad de los hechos,  además debe demostrar que la mujer  había incurrido en dolo, e incluso en este caso, tal como sucede en alguna sentencia se puede producir una curiosa colisión de derechos. Si queréis seguir la peripecia de uno de ellos relatada por García Amado leed esto

Lo cierto es que el nacional feminismo no sólo no ha explicado a la sociedad lo que de diferente tiene la violencia del varón hacia la mujer, de la de la mujer hacia el varón, incluso de la de una varón hacía su compañero en una relación homosexual o de la de una mujer hacia su compañera en una pareja de lesbianas. Tampoco se nos explica el porqué de ocultar que esta violencia no es exclusiva de nuestro país, como muestra este gráfico del Centro Reina Sofía para el estudio de la violencia recogido en esta información de El País, y se hacen todos los esfuerzos por evitar cualquier comparación sea estadística o de legislación con los países de nuestro entorno.

Lo que a estas alturas parece claro para todos es, que las pretendidas bondades de la Ley integral contra la violencia de género no se ven por ninguna parte, más bien al contrario, parece estar dando lugar no sólo al descrédito de buena parte de las políticas feministas, también a la convicción bastante generalizada de que sus presupuestos son poco respetuosos con la igualdad, y son fruto más bien de esa  concepción patriarcal, que se dice combatir, de la mujer como ser precisado de mayor protección.

Por eso, si pensamos que ese camino que ahora se nos presenta como equivocado se inició en el momento en que se confeccionó la primera encuesta sobre la violencia de pareja, allá por el año 1999, en base exclusivamente a las contestaciones de las mujeres, ahora que se piensa realizar la cuarta, estamos en el momento de evitar repetir errores y reconocer que la violencia no es un fenómeno masculino sino humano, que no se trata de un fenómeno unidireccional sino bidireccional y, por tanto, que si queremos conocer la realidad de los hechos la encuesta debe pasarse a ambos, mujeres y hombres sin distinción.


Nota 1.- Más allá de lo que pueda pensar del género como construcción ideológica del feminismo institucional, así es como se denomina esta violencia en la Ley, denominación impuesta en su día contra todos, incluida la RAE, y que ahora parece que se ha vuelto contra sus mentoras como un bumerán, prefiriendo por su parte utilizar el término de violencia machista, e induciendo una grave confusión en todo el mundo como ponía de manifiesto un reciente editorial de El Periódico de Cataluña en el que para hablar de la misma se utilizan tres denominaciones: sexista, machista y doméstica, y rehuyendo la oficial.

Nota 2.-  No he llegado jamás a comprender la extraña lógica del patriarcado tal como este feminismo lo describe, como sistema que para su mantenimiento y reproducción precisaría del ejercicio de la violencia del varón contra la mujer, pero reservando ésta  para el ámbito privado, no teniendo problema  en el plano de lo público en aprobar las leyes de género y los derechos políticos de las mujeres en igualdad con el hombre (yo diría más allá por lo menos en algunas de ellas). Así ha sido en todos los países sin excepción que dichas  leyes  han sido aprobadas por Cámaras compuestas mayoritariamente por hombres.

2 comentarios:

  1. Juanmaría8:44 a. m.

    Gracias Emilio por recordarnos de vez en cuando los duros tiempos en los que es imprescindible luchar por lo evidente.

    Si lo de la macroencuesta es claramente indignante por ridículo y discriminatorio, lo que más me escandaliza en estos momentos es la persecución iniciada contra el Juez Serrano. Han abierto una caja de truenos.

    Yo he decidido que el mejor servicio que puedo hacer ahora mismo a la causa es solicitar el ingreso como socio de ASEMIP y creo que todos deberíamos hacer lo mismo. Si según ellas ASEMIP es tan importante, démosles la razón...

    ¿Qué te parecería un llamamiento en ese sentido?

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  2. Estimado Juanmaría, comenzaré por el final. En relación con lo del llamamiento, he de decirte que tengo la sensación de que el realizado en torno a la macroencuesta me parece que no ha sido precisamente un éxito, incluso me ha sorprendido no verlo en algunos lugares que daba por descontado que estaría. Es verdad que también son fechas difíciles pero, por eso mismo no sabría qué contestarte.

    Lo de la macroencuesta para mí tiene un gran interés pues, en mi opinión, el actual feminismo se sostiene en base al victimismo y el victimismo comienza cuando por definición sólo ellas pueden ser víctimas, filosofía que inspira la encuesta y estrategia que con más celo y mimo cuida este tipo de feminismo. Romper ese círculo vicioso en el origen sería desde luego un importante paso adelante, porque a partir de ese momento un buen número de cosas se caerían por su propio peso.

    En relación con lo de evidente tengo que decirte que fuera del círculo en que nos movemos y donde circula algo la información, lo que a nosotros nos parece evidente, para muchas personas es todo menos eso. Si haces relectura del texto del manifiesto observarás que lo único que se pide es que una encuesta que está pensado pasar sólo a ellas, se pase a ellas y ellos, y eso, que aparentemente debería ser asumido por todo el mundo, para nada es así. Te lo digo por algunas de las reacciones que se que ha tenido el llamamiento.

    Un saludo

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