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06 agosto, 2010

A propósito de entrevistas

Hoy un artículo de Marguerita Rivière en El País, parece que un poco molesta por  lo referido a la gerontocracia,  vuelve sobre la entrevista a Bibiana Aído de hace unas semanas,  para centrarse en una de las expresiones de la ministra para referirse a quienes, por lo visto, formarían el núcleo opositor de sus políticas y que ella resume en una palabra: la derecha,  expresión al mismo tiempo de  misoginia y  gerontocracia.



Pero sería bueno recordar otros aspectos de las respuestas de la misma, como cuando despacha las críticas con un “que ladren”, o cuando esconde una respuesta clara a por qué en lugar de los anuncios no se prohíbe la prostitución, o cuando en un desliz absolutamente lamentable pretende que un 90 % y un 14% (1 de cada 7) son matices de una estadística, o cuando después de señalar un complot cuasi universal contra las políticas de su ministerio, aclara que se trata de la derecha y la gerontocracia.



No digamos ya cuando en un indisimulado ejercicio de hipocresía dice que está a favor de la custodia compartida como fórmula, luego de que todos sepamos que si con algún obstáculo se tropieza esta opción en nuestro país es con el suyo y las políticas de su ministerio, hasta el punto de que se jugó a identificar a los defensores de la misma con los maltratadores, o cuando para negar una trayectoria llena de dislates  precisa esconderse tras un pretendido avatar que no dejaría de jugarle malas pasadas.



Y si preocupante es que una ciudadana pueda jugar a despreciar todo lo que considera se opone a lo que ella cree representar: juventud, progresía, feminismo, igualdad… más preocupante es que esa ciudadana sea una ministra del Gobierno de España, llamada a personificar, junto a otros como Miguel Lorente, las políticas de igualdad en nuestro país, y ¡ojo!, en esta expresión aparentemente neutral van cosas tan sensibles como el régimen de divorcio y la custodia compartida, la lucha contra el maltrato y todas las políticas relacionadas con lo que haya que entender con la igualdad entre los sexos.



Porque podríamos formularnos algunas  preguntas: unas referidas a la ministra y  otras al delegado del Gobierno para la violencia.



De la ministra podríamos preguntarnos ¿qué concepción de la política y la democracia  tiene alguien que cree que ocupa un poder que le corresponde de forma natural, que despacha las críticas con un que ladren y que no duda en decir que está a favor de la custodia compartida cuando todos sabemos que es su principal obstáculo? ¿Es esta la nueva socialdemocracia y la nueva progresía?


   

Del delegado del Gobierno podemos preguntarnos ¿qué concepción del ser humano es la suya que sin asomo de matiz ni duda, establece una dualidad tan radical como simplista entre los géneros como la que él establece? Pero también, ¿es moralmente lícito que alguien que tiene tan clara esa radical separación entre los sexos,  que participa de una tan  profunda misandria, pueda de alguna manera reclamarse agente de la igualdad o tener encomendada una misión que se quiera o no implica la mediación entre personas de distinto sexo?  



El señor Zapatero que se ha demostrado un gran táctico, en lo referido a algunas de su principales apuestas estratégicas parece, sin embargo, no gozar de la misma fortuna.


1 comentario:

  1. Anónimo12:08 a. m.

    Acabo de reencontrar un artículo que, trece años atrás, había recortado: "La mujer invisible" de la escritora turcoalemana Emine Sevgi Özdamar (publicado en 'El País" del 12 de febrero de 1997). Creo que os interesará:


    http://www.elpais.com/articulo/opinion/TURQUIA/mujer/invisible/elpepiopi/19970212elpepiopi_5/Tes

    (Athini Glaucopis)

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